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El gran garrote

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Se vienen desarrollando por los Estados Unidos, en aguas internacionales cercanas a las costas de Venezuela y Colombia, operaciones militares para destruir embarcaciones que transportaban drogas prohibidas. Casi todos sus tripulantes han muerto.

Para justificar estos episodios, ha dicho el Presidente Trump: “No creo que necesariamente vayamos a pedir una declaración de guerra. Creo que simplemente vamos a matar a las personas que traen drogas a nuestro país… La tierra será el siguiente paso”. Y esto otro: “En un conflicto armado, según lo define el derecho internacional, un país puede legalmente matar a combatientes enemigos, incluso cuando no representan una amenaza, detenerlos indefinidamente sin juicio y procesarlos en tribunales militares”.

Varios comentarios son relevantes:

Es ilegal matar personas con el argumento de que transportan drogas, o por cualquier otro motivo. Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, todos los pactos internacionales posteriores, la legislación estadounidense y la propia nuestra, quien se presume que ha cometido crímenes debe ser capturado y puesto a disposición de la autoridad competente para que sea procesado. No es permitido darle de baja, salvo cuando haga resistencia a las autoridades, y, en tal caso, respetando los principios de necesidad y proporcionalidad que son un elemento central de la Declaración y sus desarrollos posteriores

Pero aun si aceptáramos esa monstruosidad: “que simplemente vamos a matar a las personas que traen drogas a nuestro país”, cabe preguntar si esa estrategia draconiana se aplicará también a quienes, una vez las drogas ilícitas llegan a suelo estadunidense,........

© Revista Semana