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Cómo no criticar a Donald Trump

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09.03.2025

Ni la crítica de las armas ni el arma de la crítica

No debemos ver a Donald Trump como una anomalía sino como la más reciente expresión del capitalismo norteamericano en una fase particular de su desarrollo. Este artículo señala las principales inconsistencias de la oposición liberal-demócrata a Trump la cual se ha manifestado a través de indignadas declaraciones en defensa de la democracia en abstracto, o de piadosas proclamaciones morales de una virtuosidad política de cuestionable origen. En estas páginas se argumenta que este tipo de discurso no va más allá del señalamiento de las particularidades negativas de la personalidad del actual presidente o la de sus aliados republicanos, poniendo en evidencia por un lado, su ineficacia política frente a la arremetida republicana — como lo demostró la derrota electoral de Kamala Harris — pero además, saca a relucir lo superficial y rudimentario del pensamiento liberal caracterizado por su aversión a lo substancial y su apetito por lo pueril al interpretar la realidad social.

Desde 2016, la crítica contra Donald Trump se ha centrado fundamentalmente en atacar la personalidad del sujeto y las formas de su comportamiento como individuo público. En la actualidad esta crítica continúa embriagada en la acumulación de atributos que añadir al perfil del presidente republicano, tarea irónicamente facilitada por las continuas acciones y estilo impasible del propio Trump. La compilación de adjetivos adversos incluye entre otros: maligno, incompetente, bufón, etnocéntrico, autoritario, misógino, delincuente sexual, proclive a la mentira pública, poseedor de un estilo histriónico tosco, vulgar, y poco presidencial, etc. Lastimosamente, este enfoque descriptivo-acumulativo se ha convertido en el modo más popular usado por muchos opositores de Trump y ocupa un largo espacio político en la sociedad norteamericana. El problema con este tipo de crítica radica no en su veracidad sino en que no puede ser tomado como punto de partida para comprender el fenómeno en cuestión, o para explicar la realidad social norteamericana actual y peor aún para imaginar su transformación a una sociedad más igualitaria. La razón principal es que dicha perspectiva ignora que la aparición de ciertos personajes públicos y sus particularidades, contienen tras de sí razones estructurales específicas que hacen posible su existencia y definen su contenido. Marx nos recuerda que el tratamiento de líderes políticos debe ser enfrentado de otro modo:

Aquí solo se trata de personas en la medida en que son personificación de categorías económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase.1

Por otra parte, la crítica Ad Hominem, no solo es conceptualmente cuestionable pero potencialmente conlleva a serias y amargas consecuencias. El ejemplo más reciente es que con la aprobación de la mayoría de votantes, ‘el bufón’ y la extrema derecha del Partido Republicano, a quienes Chomsky calificara alguna vez como ‘la organización más peligrosa del mundo’, ocupan por segunda vez la Casa Blanca, y han dado inicio a una arremetida de extrema derecha a nivel doméstico e internacional intentando permanecer en el poder por mucho tiempo.

La crítica efímera

El centrar la crítica en la personalidad de los sujetos e ignorar verlos como personificación de categorías económicas, invisibiliza las relaciones sociales entre clases y entre seres humanos; pero además hace que el agente causal responsable de la forma de organización social que afecta a los Estados Unidos y a la mayor parte del planeta — el modo capitalista de producción — se vuelva igualmente intangible o irrelevante, y se convierta en un término expatriado del discurso político. En consecuencia se excluyen del proceso de conocimiento de la realidad preguntas centrales como las siguientes:

Estas interrogantes — claves para entender procesos sociales — están casi siempre ausentes en el discurso liberal y hace que su crítica contribuya al robustecimiento de un déficit epistemológico en el conocimiento de la sociedad. Déficit generado inicialmente por la economía al fetichizar el proceso de apropiación del trabajo social, y simultáneamente retro -alimentado por la ideología capitalista que oculta, enturbia, o desfigura la realidad dando lugar no solo a una ‘falsa conciencia’, sino también a la desaparición de las posibilidades de desarrollarla.

Esta insuficiencia cognitiva hace que, como en la cueva de Platón, sigamos atrapados en su interior pensando que las sombras son la realidad. O que, como el sapo que habita al fondo de un pozo y que al mirar hacia arriba cree que la totalidad del cielo está constituida por el pedazo de cielo que permite ver la boca del pozo. Finalmente, este tipo de crítica es cómplice con el status quo en tanto da forma a un tipo de lenguaje que obstruye la realidad y que viene distribuido en amplios sectores sociales, pero además este discurso perpetúa ciertas formas de comprender el mundo que a la larga favorecen el sistema. Es una crítica........

© Rebelión