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Vislumbre del desastre

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11.06.2025

En 1970, poco después de su suicidio, apareció uno de los últimos libros de Paul Celan, Lichtzwang (“Compulsión de luz” o “Presión de luz” o literalmente “Luz obligatoria”). En él se encuentra uno de sus poemas más sobrecogedores:

Yacíamos

en las profundidades del monte, cuando

por fin reptaste hacia nosotros

Mas no pudimos oscurecernos hacia ti

reinaba la compulsión de la luz.

Es probable que Celan relacionara esa aterradora luz que impide cualquier vestigio de sombra y de sentido con la maquinaria nazi y sus campos de exterminio. Jean Robert, que sabía que las imágenes de la poesía dicen más de lo que los poetas saben, argumentaba, en El lugar en la era del Espacio, que ese monstruoso resplandor, que recuerda el “de una sala de disección”, se refiere también al proyecto industrial sin el que la maquinaria nazi hubiese sido imposible. Cuando Celan escribió su poema a finales de los sesenta, ese proyecto se desarrollaba con legitimidad política bajo el liberalismo de las llamadas “democracias” y las dictaduras de izquierda promovidas por la URSS. Además de su descomunal poder que, como en el nazismo, había permitido la producción de máquinas mortíferas –la bomba atómica y la colectivización estalinista–, el industrialismo ofertaba también, de manera paradójica, productos y servicios que harían salir a la humanidad de su estado de necesidad y penuria. Pareciera que Celan hubiera vislumbrado en ese reinado convulso, la despiadada luz global que, bajo los poderes del dinero y sus múltiples producciones y ofertas, ha invadido el mundo y destruye “todas las zonas de penumbra, todos los........

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