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El problema de la ética

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08.07.2025

En Nobleza de espíritu. Una idea olvidada, Rob Riemen recuerda un pasaje de un libro apócrifo del siglo I, Esdras IV, el escriba y sacerdote que vivió durante el cautiverio y el exilio judío de Babilonia (s. VI y V a de C.). En dicho pasaje Esdras pregunta a Dios qué debe hacer, porque todos los libros de la Tora fueron devorados por el fuego, “el mundo está en la oscuridad y sus habitantes carecen de luz”. Dios, dice Riemen, le da la orden de reescribirlos. Esdras lo hace.

Independientemente del contexto apocalíptico de Esdras IV y de la interpretación que Riemen hace de ese pasaje en particular, quiero centrarme en el hecho de que parte fundamental de la luz de la Tora que Esdras reescribe es la ética, inscrita en el decálogo de la ley mosaica. Sin ética todo es oscuridad y barbarie.

Lo paradójico es que aun cuando la ética fue salvada al reescribirse, no ha servido para detener ni la barbarie ni la oscuridad. Nuestro mundo es su ejemplo más inmediato. No hay, con las excepciones de los ideologizados, nadie que frente a las mentiras y atrocidades desatadas por el colapso de los Estados no apele a la ética, a un orden basado en la bondad y el bien. Pese a ello, los factos la niegan y continúan incendiándola. La claridad de la ética no alcanza a redimir lo monstruoso. Hemos perdido, como suele decirse, “los valores”.

Esa palabra, a la vez que revela la pérdida de la ética, dice........

© Proceso