la crónica de una nueva traición anunciada
Quienes albergan la esperanza de que un eventual gobierno del Partido Popular, en solitario o en coalición con VOX, marcaría un punto de inflexión en la historia reciente de España, deberían hacer un ejercicio de memoria. Es hora de despertar, de dejar atrás la ingenuidad, de abandonar las ilusiones pueriles y afrontar con crudeza lo que nos anticipan tanto la trayectoria histórica del PP como el presente inmediato de sus barones regionales. Porque la derecha oficial española no es una alternativa al desastre socialcomunista: es su cómplice necesaria, su relevo sistémico, su coartada democrática.
Quien quiera saber lo que nos aguarda bajo un eventual gobierno de Alberto Núñez Feijóo, solo tiene que observar lo que hace el PP allí donde ya gobierna. El caso de María Guardiola en Extremadura es paradigmático. Vendida como una «esperanza de cambio», rápidamente mostró sus cartas: abrazó sin reservas la retórica feminista de género, mantuvo intactas las políticas identitarias socialdemócratas, traicionó a sus socios de investidura y se plegó a los dictados de la izquierda sin apenas resistencia. Su gobierno no ha derogado ni una sola ley ideológica del sanchismo, ni ha propuesto una regeneración institucional de calado. Más bien al contrario, su gestión se ha caracterizado por la continuidad y la sumisión. Un espejismo de alternancia que oculta la persistencia del régimen.
Y lo mismo puede decirse de Juanma Moreno en Andalucía, o de Alfonso Rueda en Galicia: gestiones «moderadas», entregadas al discurso dominante, fieles ejecutoras de la Agenda 2030, del pensamiento woke, del feminismo punitivo, del ecologismo climático y del multiculturalismo desintegrador. En todas estas regiones gobernadas por el PP se aplican políticas prácticamente idénticas a las del PSOE, en ocasiones incluso más disciplinadas en su implementación. Feijoo no representa una alternativa al modelo socialdemócrata y liberticida, sino su........
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