Andahuaylas en su bicentenario
Yo nací en Andahuaylas, entre el trinar de los ‘chihuacos’ —una pequeña ave andina que anunciaba la llegada de la lluvia y la época del capulí (las guindas), esa fruta de sabor penetrante que te pintaba la boca y que te permitía degustar un manjar de dioses— y el estruendoso sonido del agua del río Chumbao, que en época de crecida traía todo consigo y se abría paso por el corazón de la pequeña ciudad andina, entre árboles de cipreses y sauces llorones, que en sus fajas marginales adornaban el paisaje bucólico de mi infancia.
Un pueblo quechua hablante y festivo en sus manifestaciones religiosas y culturales, donde —a pesar de las........
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