Un puente que parece abismo
De manera genuinamente peruana, un conglomerado de acero y fibra de vidrio reunidos en forma de puente ha generado un debate ideológico que oscila entre lo ocioso, lo dramático y lo populista. El tema en cuestión es simple: ¿un puente une o divide?
Para los arquitectos, los vecinos con vistas a la quebrada de Armendáriz y aquellos que han conocido puentes memorables en otras partes del mundo, el rimbombantemente llamado puente de la paz es un esperpento que amerita guerra. Es un agravio a la estética, un arquetipo del urbanismo hecho a la diabla sin otro propósito que operar como caramelo populista previo a las elecciones. La sentencia de roba, pero hace obra conoce una nueva derivada: es huachafo, pero hace obra. Obra sospechosa hasta que se demuestre lo contrario, según manda la percepción preelectoral.
Para aquellos hastiados del obstáculo permanente a la modernidad — ese discurso izquierdista que sataniza el crecimiento, lo privado o cualquier cosa que no provenga de su cantera política— el puente está muy bien y está aún mejor que se haya hecho de una vez. La democracia no se come. El desarrollo tiene que ser tangible, o caminable, como en este caso. Aquellos que hablan mal del puente son los caviares........





















Toi Staff
Gideon Levy
Tarik Cyril Amar
Stefano Lusa
Mort Laitner
Sabine Sterk
Robert Sarner
Ellen Ginsberg Simon