menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

Cámbienme de borracho

9 34
yesterday

¡Dame un gin!: este vociferante mandato imperativo, manifestado como grito de guerra a altas horas de la noche por un infeliz en El Charrúa antes de querer atropellar a terceros, ha demarcado una nueva tipología de las graduaciones propias del borracho peruano. La valla ha quedado por los suelos.

Ante espectáculos deplorables de violencia y matonería, como el anteriormente mencionado, es imprescindible dar un paso al frente para reivindicar el aspecto virtuoso del estado de ebriedad. Este tendrá opción a lo honorable siempre y cuando se inscriba dentro del marco de lo civilizado, frontera subjetiva que suele ser traspasada cuando uno o más de los contertulios empieza a orinarse encima.

A pesar de personajes abyectos como el susodicho agresor, que de jactarse de ser un magnate ahora lamenta su proceder en el penal de Cañete, es defendible abogar por la posibilidad de un propósito honorable en la libación civilizada.

Para sostener ello, nadie mejor que Baudelaire:

Hay que estar siempre ebrio. Todo se reduce a eso; es la única cuestión. Para no sentir el........

© Perú21