En mi familia, en mi círculo de amigos, en la calle, en la familia de mi esposa y en cuanto espacio humano esté disponible, no sé de dónde, no sé por qué existe la idea de que yo me gano la plata fácil, que a mí los billetes me caen del cielo, casi casi en la misma forma que le escuchaba decir a mi mamá con respecto al colegio y sus ingresos: ”En ese colegio creen que yo me siento en el water y cago plata; todo el día piden tonterías”.

Hay una interpretación ‘mágica’ respecto al dinero y mi vida. No es inusual que siempre en cualquier conversación, en la que yo esté involucrado, alguien acuñe en determinado momento y con una ligereza desbordante un “es que tú tienes plata”, “te la llevas fácil”, “a ti que te va tan bien”. Me imagino que tiene que ver con el rubro en el cual me desenvuelvo: las comunicaciones, artista. De esa medicina vengo probando desde hace 30 años; ese tipo de chistes, reclamos caletas con la vida, echadas en cara de la poca fortuna ajena me los mamé hasta exactamente el día de ayer, justo en el momento del postre en la casa de mi tía, cerrando el Día de la Madre.

Misma Andrea Llosa dije: “Nunca más”, y comenzó la parchadera a mis hermosos e irresponsables familiares. Dieron las ocho de la noche y, como corresponde, ya era hora de despedirse, con permisito dijo Monchito, yo me quito.

—Gracias, tía Esthercita, muy rica la gelatina con leche.

—Hijito, ¿no te quedas para el queque? Ahorita lo voy a partir.

—No, tía, gracias. Necesito irme porque mañana comienzo temprano en la radio, ya llegó mi taxi, yo me duermo a las 9 máximo.

Besitos van, besitos vienen con todo el linaje femenino hasta que tocó el turno de despedirme de la camada masculina.

—Nos vemos, tío.

—Nos vemos, pues, hijito, y la próxima vez no tengas miedo de venir con........

© Perú21