Manual antidivorcios
Estoy en esa etapa de mi vida en la que una vez al mes me invitan a un velorio, unas bodas de oro o las segundas nupcias de algún amigo que a todas luces se acaba de estrenar como sugar daddy. Los velorios suelen ser de los padres de compañeros del colegio o del barrio. También me está pasando que cada conversación telefónica con mi mamá está terminando con un:
—¿Te acuerdas de tu tía Charo, la que trabajaba conmigo en el Seguro Social?
—Sí, mami, qué dice.
—No, ya no dice nada, murió. ¿Me acompañas al entierro?
Y este fin de semana me tocaron las bodas de diamante de los Moreno-Ramírez, padres de mi queridísimo amigo ‘Chinguirito’, con quien desarrollé la casi circense habilidad de viajar trepado del parachoques del Covida toda la avenida José Leal hasta que el cobrador se diera cuenta y nos bajara a patadas.
Mis tíos Raúl Moreno y Rosita Ramírez han cumplido 60 años de casados y ya están por los 85 años de edad. Chinguirito ha sido muy claro conmigo: “Si no vas, te cagas conmigo Puchungo (así me dicen en Lince). Tú sabes que mis viejos te adoran y me han pedido que te avise”. Y, efectivamente, cómo no voy a ir a la quinta de mi infancia, a la casa de mis tíos de cariño, al recuerdo de las tardes de pan con Dorina y azúcar rubia que nos preparaba mi tía Rosita. “No te preocupes, Chinguirito, dile a tus viejos que caigo a la fiesta”.
—Puta madre, no pues, Puchungo, no seas cagón, mis viejos quieren que vayas desde la misa.
—¡Uy, Chinguirito, no te pases, pues, doctore! Ese es otro precio ya. Tú sabes que yo detesto las ceremonias.
—No seas cagón, huevón. Mis viejos se me van a ir en cualquier rato. No les falles. Mi viejita todos los días pone la tele para verte en Radio Programas.
—Qué, ¿y tu viejo no me ve?
—No, mi viejo juega ajedrez toda la mañana con el Coqui.
Solo como referencia para que ubiquen a los personajes de mi barrio. COQUI es el hermano dos años mayor de Chinguirito, que de chibolo paraba todo el día en la calle con una gente del parque Novoa Cava,........
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