Eduardo Rubén: “A veces tengo la sensación de que estoy en una escena del filme Titanic”
Eduardo Rubén (La Habana, 1958) es arquitecto desde 1982. Comenzó a pintar en 1975. En 1990, con el telón de fondo del Período especial, abandona su profesión para dedicarse por entero a la pintura, hasta hoy.
Su obra, singularísima dentro del contexto del arte cubano contemporáneo, ha transitado por diversas corrientes estéticas, siempre centrada en el entorno del hombre. Mayormente, se compone de piezas donde observa la arquitectura desde perspectivas inéditas, la reconstruye y la convierte en expresión de una realidad extraña, en ocasiones onírica, aunque reconocible. Cuadros, los suyos, de composición y realización exquisitas, que develan una sensibilidad analítica, poco dada a exabruptos líricos.
Ha participado en las bienales de La Habana, Cuenca y El Cairo. Entre sus exposiciones personales se cuentan Eduardo Rubén, Palacio de los Príncipes Pomeranos, Szczecin, Polonia, 1989; Se Acabó, Photoimagen 2007, Santo Domingo, República Dominicana; Eduardo Rubén, House of Egorn Gallery, Berlín, Alemania, 2015; Eduardo Rubén. Pinturas 2018 – 2022, Galería Artis 718, La Habana, Cuba, 2023.
Obras suyas forman parte de importantes colecciones públicas y privadas, entre las que cabe señalar las del Museo Nacional de Bellas Artes, Habana, Cuba; Museo de Arte Moderno La Tertulia, Cali, Colombia; Museo de Arte Costarricense, San José, Costa Rica; Museo Nacional Szczecin, Polonia; Museo de Arte Moderno, Santo Domingo, República Dominicana; Panamerican Art Gallery, Dallas, Texas, USA; Galería FP, Lisboa, Portugal; Zeit Foto Gallery, Tokyo, Japón; Museum of finest Cuban Arts, Vienna, Austria; Fundación Cristóbal Gabarrón, España; House of Egorn Gallery, Berlín, Alemania; y Galería Enlace Arte Contemporáneo, Lima, Perú.
A pocos días de clausurada El espíritu del tiempo. Exposición Antológica de Eduardo Rubén, en la Galería La Acacia, se da este diálogo.
¿Por qué si ya venías pintando y exponiendo desde 1975, te matriculaste en la carrera de arquitectura y no seguiste una formación académica en artes?
Mi formación en las artes plásticas es autodidacta, aunque participé en algunos talleres (círculos de interés) en la secundaria y el preuniversitario. Siempre tuve inclinación hacia el dibujo y la pintura. En mi familia no había ningún artista, aunque mis padres me llevaban a los museos. Recuerdo haber ido al Salón de Mayo; eso ya es un cliché entre todos los artistas de mi generación.
En el año 1973 me presenté a las pruebas de ingreso a la Academia San Alejandro, y aunque las aprobé, opté por no incorporarme al curso. Fue una decisión personal, y no hay una anécdota especial sobre esto. Al terminar los estudios del preuniversitario, pensé que lo mejor sería estudiar la carrera de Arquitectura. Creo que fue una buena elección, finalmente. Pienso que ser arquitecto te enseña a ver el mundo de una manera diferente a otras personas, a pensar en cómo los demás pueden vivir mejor en las ciudades, a pensar en sus casas y en los objetos que les rodean.
Leo que tus primeras obras eran fotorrealistas. ¿Qué decidió que te iniciaras precisamente en esa modalidad? ¿Acaso la cercanía a artistas del grupo que luego se conocería como Volumen 1? ¿Concretamente, recibiste la influencia directa de alguno de ellos?
Desde 1975 hasta 1980 considero que fue mi etapa de formación de la pintura, y coincide con el auge del movimiento fotorrealista en Cuba. Yo venía copiando fotografías de revistas (retratos, figuras femeninas), y el hecho de haber conocido a Aldo Menéndez y Nélida López fue un impulso a estas ideas. Por ellos conecté con algunos artistas como Tomás Sánchez, Flavio Garciandía, Manuel Alcaide…, los cuales admiraba; incluso a algunos hasta los veía pintar sus cuadros.
Con Gory, mi cuñado, fue más especial el trato, pues me brindaba sus fotos de retratos y paisajes para hacer mis pinturas. Además, podía usar su cuarto oscuro, lo cual abrió la posibilidad de hacer mis propias fotografías. Para entonces ya había comprado mis primeras cámaras fotográficas.
A partir de 1980 tu obra deja de seguir los preceptos del fotorrealismo, pero percibo que siguió teniendo base fotográfica. ¿Es así?
Sí, es así. La fotografía, como base de mi trabajo en general, ha estado siempre presente, ya sea para documentar los procesos, para observar y dejar registrados los instantes, las luces, los contrastes, las texturas, como también para usarla como un fin propio o medio de expresión autónoma.
El paso de la fotografía analógica a la digital, en el 2003, para mí fue muy importante, por la inmediatez con que se ven los resultados. Además, el color era algo muy poco explorado por mí. Todo esto hizo que me fuera interesando más en nuestro contexto.
Hice dos exposiciones de fotografía producto de esa obsesión de caminar por las calles, sobre todo por barrios de La Habana alejados del circuito turístico; y también con el propósito de dejar un archivo.
La primera se tituló Se acabó, en 2006. Fue en la Novena Bienal de La Habana, y se enfocaba en la contaminación visual de la ciudad.
La segunda se tituló Colors de Cuba, en 2008, en la Fototeca de Cuba, y la idea era presentar mis fotos como punto de partida para proponer unas postales para el turismo. O sea, un poco como la antipostal.
Tuve la suerte de hacer estas muestras. Pienso que ahora, como están las cosas, no pudiera hacerlo. No tengo que explicar el porqué. Ya desde entonces estos temas eran complicados. Tomar........
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