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Bolivia: estanflación camina entre las ruinas del extractivismo

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13.07.2025

Después de seis meses de silencio estadístico, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó finalmente el dato oficial de crecimiento económico de Bolivia para 2024: apenas 0,74 %. Una cifra decepcionante que contrasta con el optimismo inicial del gobierno, que había presupuestado un 3,71 %. El país, sencillamente, no crece.

Desde 2014, Bolivia ha experimentado una desaceleración paulatina. A la caída de los precios internacionales del gas natural, nuestra principal fuente de divisas por más de una década, se sumaron factores internos como la reducción de la inversión pública, desajustes macroeconómicos, quiebra de las instituciones, escasez de divisas y combustibles, y un entorno político marcado por la conflictividad y la desconfianza. Todo esto ha debilitado seriamente las capacidades del país para generar crecimiento sostenido.

Pero más allá de los problemas coyunturales, la economía boliviana enfrenta dificultades estructurales: una productividad estancada, especialmente en el capital humano, y un modelo de desarrollo que ya no responde a las nuevas exigencias del entorno global.

La evolución del Producto Interno Bruto (PIB) en la última década confirma este debilitamiento progresivo. En 2013 se registró el mayor crecimiento del ciclo, con una tasa del 6,8 %, en el apogeo del auge exportador de materias primas. A partir de entonces, comenzó una desaceleración sostenida: 5,0 % en 2014; 4,9 % en 2015; 4,3 % en 2016; y 4,2 % en 2017 y 2018. En 2019, ya antes de la crisis política y sanitaria, el crecimiento se redujo al 2,2 %. Luego vino la pandemia y el retroceso fue abrupto: en 2020, la economía cayó -8,7 %. El rebote estadístico de 2021, con un 6,1 %, no logró cambiar la tendencia estructural. En 2022, el crecimiento bajó al 3,6 %, en 2023 al 3,1 %, y en 2024........

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