La campaña del copy & paste
La campaña electoral de los diferentes partidos, con miras al 17 de agosto, estuvo marcada por eslóganes, símbolos, frases y todo material audiovisual con el objeto de retener en la mente de los votantes algún concepto a favor de los candidatos.
Samuel Doria Medina: “100 días…” y la economía de las expectativas
El candidato de la alianza Unidad, Samuel Doria Medina, ofrece un shock de gestión con su frase: “¡100 días, carajo!”. La cifra ordena prioridades, creando un horizonte de evaluación que disciplina (da plazos) al propio actor. Su genealogía es global y nítida, comparable a los “primeros 100 días” que convirtieron a Franklin D. Roosevelt en mito administrativo con el New Deal (Nuevo acuerdo) en 1933; del mismo modo, Donald Trump empaquetó su “Contract with the American Voter” (Contrato con el votante estadounidense) en 2016 como plan de 100 días, y otro ejemplo apareció en el Reino Unido con Boris Johnson, cuando prometió un “first 100 days plan” (Plan primeros 100 días) en 2019. En Bolivia, también ya se había escuchado la fecha de 100 días con Hernán Siles Zuazo en 1982 para encarar la hiperinflación.
El añadido del “carajo” busca anclar carácter y memoria: una muletilla nacida tras su accidente aéreo de 2005 (“¡Carajo, no me puedo morir!”), que conecta con el registro emocional del “¡Autonomía, carajo!” de Rubén Costas en 2004, y, muy recientemente, la campaña de Milei en Argentina con su “¡Viva la libertad, carajo!”.
La estrategia fue exitosa en términos de agenda-setting: el público entiende qué esperar y cuándo juzgar. El problema podría darse en la gestión: ya con expectativas, si se encuentra una economía trabada, cien días posiblemente no basten para resultados visibles sin costos colaterales. La frase puede convertirse en economía política en contra del emisor si el balance del día 101 se percibe flaco, aunque eso es tema de otra conversación.
Jorge Tuto Quiroga: la “L”, el “cambio radical” y el nicho liberal
El expresidente Jorge Tuto Quiroga, candidato de la alianza Libre, decidió ocupar el campo semántico de la palabra “liberalismo”. Esto ocurrió tras el frustrado intento de postulación del economista Jaime Dunn (quien impulsó, a finales de 2024, una propuesta y agenda abiertamente “liberal”); Quiroga intentó conquistar ese nicho y buscó vestirse de dichos símbolos reconocibles, con discursos y fotos de por medio.
El gesto manual de la “L”, popularizado por Luiz Inácio “Lula” da Silva desde finales de los 80 y masificado como “Faz o L” en 2022, mutó aquí de un signo progresista a un rótulo promercado. La “L” ha formado parte de prácticamente toda la campaña de los candidatos en la alianza Libre.
La consigna de “cambio radical” agregó contundencia al discurso de Quiroga, aunque la consigna no es novedosa. En........
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