Hacia una seguridad hídrica: los retos del agua en México
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El agua es esencial para los seres humanos y los ecosistemas. De su gestión adecuada depende el garantizar un acceso, disposición y saneamiento en forma suficiente, salubre y a un precio justo para todas las personas; el contar con volúmenes y calidad apropiados para que la naturaleza pueda brindar sus servicios ecosistémicos; el asegurar la producción de bienes y servicios que generan prosperidad; y el desarrollar comunidades resilientes a los efectos de los fenómenos hidrometeorológicos extremos como sequías o inundaciones. En resumen, la seguridad hídrica es una precondición para alcanzar el desarrollo sostenible.
A pesar del papel central del agua en el desarrollo social, es innegable que el sector hídrico presenta grandes retos y que seguir postergando su solución es amenazar el futuro de nuestras comunidades. Pero, en México, ¿estamos cerca de alcanzar la seguridad hídrica o, como afirma Naciones Unidas, necesitamos “acelerar el cambio” para hacerla realidad?
México puede ser analizado a partir de sus múltiples contrastes y su agua no es la excepción. De hecho, este marco analítico nos permite tanto identificar los principales desafíos a resolver como trazar una hoja de ruta hacia un paradigma de sustentabilidad. Seis son los opuestos más evidentes en el sector hídrico mexicano:
Hidrológicamente, nuestro país puede ser dividido en dos: el centro y norte, por un lado, y el sur y sureste, por el otro. El primero se encuentra en la misma latitud que el norte de los desiertos del Sahara y el arábigo, por lo que presenta condiciones áridas o semiáridas y concentra únicamente el 32% del agua renovable del país. Paradójicamente, por cuestiones históricas y de dinámicas socioeconómicas, esta zona –en la que se produce la mayor proporción de los alimentos de consumo nacional y de exportación– concentra el 77% de la población y aporta el 82% del Producto Interno Bruto (PIB).
En contraste, en la región sur y sureste –en la que se identifica el mayor número de municipios con alta o muy alta marginación– el agua renovable per cápita es siete veces mayor que en el resto del territorio, pero solo habita el 23% de la población y se produce el 18% del PIB. En síntesis: la población y las actividades económicas se asientan en donde hay menos agua.
México se debate entre las sequías y las inundaciones, aunque estos fenómenos no obedecen exclusivamente al clima, sino también al uso del suelo, la disponibilidad y la correcta operación de la infraestructura, entre otros factores. En términos generales, el 68% de las lluvias se concentra de junio a septiembre, imponiendo un reto para el almacenamiento del agua y su aprovechamiento durante todo el año, pero también para su desalojo cuando es excesiva.
Por su ubicación geográfica, el país es vulnerable a los ciclones tropicales. Si bien estos generan la mayor parte de las lluvias en diversas regiones, también provocan afectaciones a la población. Entre 1970 y 2020, 255 ciclones tropicales impactaron las costas de nuestro territorio con efectos variables. Basta recordar la reciente experiencia de Acapulco con el huracán Otis, considerado entre los más devastadores de los que se tenga registro y cuyos daños podrían alcanzar hasta los 280 mil millones de pesos. O las recurrentes inundaciones de Tabasco, territorio en el que diez de sus diecisiete municipios presentan una alta o muy alta vulnerabilidad de los asentamientos humanos a inundaciones.
Por otro lado, las sequías son también un........
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