Expresiones raras II: Alzar la voz
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No es exactamente rara esta expresión, y de hecho la llamativa y creciente frecuencia con la que se usa es lo que me ha empujado a tratar de analizarla, pero sí le detecto algo desencajado, y algo exangüe y mohoso que desdice sus aires insurrectos. Intuyo que aquí el lenguaje ha seguido un desvío desacostumbrado, como si, habiendo estado ya implantada la metáfora, su abuso y la consiguiente expulsión de sus sinónimos (quejarse, denunciar) hubiesen dejado expuestos los huesos de su literalidad, y solo se pudiese vestir ya con una mortaja. Es como si alzar ya no se pudiese usar de otra manera; se le ha incrustado el objeto directo que es la voz hasta el punto de que los dos elementos forman ya un verbo no troceable en sí mismo. Como sustituir a un ser humano por un maniquí que expone siempre el mismo vestido.
Debe de tener que ver con que los dichos metafóricos se generan a partir de una imagen o una acción que se dan en el mundo físico, pero que al saltar al lenguaje se cristalizan en una expresión inamovible. El verbo que triunfa es determinante: no se dice precipitarse del guindo, y es posible que a más especialización, más resistencia a........
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