Meu amigo, por Jaime Chincha
La sentencia infligida contra Ollanta Humala y Nadine Heredia es, ciertamente, histórica. Aunque, como toda historia, no está exenta de algunos borrones o imperfecciones; en este caso estríctamente jurídicos que verán los abogados; como el de condenarlos anticipadamente sin la lectura completa del veredicto.
Lo fundamental aquí es que se ha podido procesar y fallar respecto a millones oscuros y malhabidos destinados íntegramente a quienes fueron gobierno. Lo que catapulta esta trama corrupta a lenguajes cinematográficos es el asilo express que consiguió la señora Heredia. Pero de eso hablaremos después. Porque el severo castigo judicial impuesto a la gestión Humala –15 años de cárcel efectiva– vuelve a repiquetear el desenlace perverso y farragoso con el que terminan los regímenes en el Perú, o las meras aspiraciones políticas sin éxito en las urnas.
Tal como concluye el resumen de la resolución del juzgado, los Humala Heredia festinaron dineros no declarados tanto el 2006 como en el 2011. El Tribunal expuso con severidad que en ambas campañas hubo aportes fraudulentos; que los 57 aportantes del 2006 y los 55 aportantes del 2011 testificaron no haber contribuido con centavo alguno para las cruzadas presidenciales de los Humala. Casi todos esos aportantes, declarados ante la Oficina de Procesos Electorales como tales, vivían a las justas; como se dice en buen peruano, no tenían ni dónde caerse muertos.
Es así que la perversión con la que se blanquearon esos dineros fue implacable y sistemática. Hubo plata de Hugo Chávez que sobró y que había que gastar, tras la contienda del 2006 en........
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