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El alma en sacrificio

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Miguel Uribe Turbay sobrevivió a un disparo en la cabeza. Pero el que volvió a morir fue este país.

El atentado en su contra no solo fue un acto violento: fue una grieta abierta en el corazón de una nación que insiste en jugar a la democracia mientras coquetea con la barbarie. No importa si uno está de acuerdo con su ideología o no: cuando un ciudadano es víctima de un atentado en pleno parque, en campaña, lo que retrocede no es una persona. Es Colombia entera y la legitimidad del disenso. Es la esperanza de que, al menos, habíamos cerrado el capítulo más oscuro de nuestra historia: el de los cuerpos como mensajes políticos.

Pero lo más devastador no es solo el disparo. Es quién lo ejecuta: un menor de 15........

© La República