Las desgracias nunca vienen solas, asegura el dicho popular, y aunque la magnitud de los problemas y sus consecuencias sean distintas en intensidad y afectados, la impresión es que nada funciona, que falta diligencia en su resolución y prevención para evitar que ocurran, aunque hasta hace un momento antes todo hubiera funcionado con normalidad. Al gran apagón que dejó a todo el país sin luz y ha generado un problema económico aún por cuantificar, sin que se conozca la causa que lo provocó, se añade, una semana después, un gran retraso en la línea ferroviaria de alta velocidad que une Madrid, con el sur peninsular.

En ambos casos la restauración de la normalidad ha sido muy rápida, lo que se debe a la competencia de los profesionales encargados de su mantenimiento. Lo que no empece para que ese tiempo de demora sea excesivo e insoportable........

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