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Mujeres ventaneras

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wednesday

Hasta tres veces me salieron al paso recientemente las mujeres ventaneras, inopinadamente, de sopetón. La primera fue en el mes de febrero de 2024, momento en que tuve oportunidad de asistir en el teatro María Guerrero a una función de La casa de Bernarda Alba. Al final del segundo acto Bernarda les dice a sus cinco hijas: “Siempre os supe mujeres ventaneras y rompedoras de su luto. ¡Vosotras, al patio!” Cotillas y amigas de habladurías, eso tan degradante e insoportable, era la consideración que le merecían a su madre las cinco muchachas. Sobre aquellas jóvenes mujeres ventaneras estaba a punto de caer una sentencia inapelable: “En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas”. El espacio público queda vedado para las hijas de Bernarda. Al concluir la obra ella les ordena ¡silencio!, pero en esta función dirigida por Alfredo Sanzol, me recuerda oportunamente Beatriz, lo hace musitando y con la cabeza baja, asumiendo que fue su actitud intransigente la que provocó que lo que ya era un insufrible drama de mujeres en los pueblos de España, acabara en una tragedia a la altura de Sófocles.

La segunda vez ocurrió en la primavera de este año cuando pudimos ver en el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC) de Santiago de Compostela la exposición de la artista viguesa Mar Caldas MULLERES, TRABALLO E MEMORIA, de la que ya hemos escrito en su momento. Entre las obras expuestas nos viene muy a mano la Guía postal de Lugo (1936-1976), reinterpretación de un cuadro homónimo de Maruja Mallo que por cierto se expone en estos momentos en el Reina Sofía. En ella, a una serie de fotografías en blanco........

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