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Maquiavelo, Hobbes y Schmitt

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. / Rocío Ruz - Europa Press

Pedro Sánchez ha dicho lo que Bettino Craxi confesó hace décadas: «La corrupción cero no existe». No es una confesión honesta, sino el punto de inflexión de un ciclo de poder que, como en el caso italiano, llega a su límite estructural. Cuando el gobernante renuncia a fingir el bien, se abre el terreno para el análisis de Maquiavelo, Hobbes y Schmitt.

Maquiavelo advirtió que el Príncipe puede actuar contra la virtud, pero nunca contra su apariencia. El gobernante eficaz no tiene por qué ser bueno, pero sí parecerlo. Craxi rompió ese pacto al declarar que todos estaban manchados. Sánchez ha hecho lo mismo: al naturalizar la corrupción, pierde el velo que hacía tolerable su poder. El pueblo puede aceptar un ladrón si cree que roba para los suyos, pero no si se lo presenta como ley natural. Cuando es así, el pueblo deja de obedecer y espera otro Príncipe.

Para Hobbes, el Estado es el escudo frente al caos. Pero si el soberano se........

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