Las Montañas de las Arenas y el Niño que la lloró
La Vera, en Tenerife
Nací en la Calle Nueva, en La Vera, a las orillas entre Las Arenas y La Orotava, en el Puerto de la Cruz. La calle no tenía nombre, en realidad, y me parece que fue mi padre quien la llamó así: La Calle Nueva.
Mi padre era muy ambicioso; le gustaban los camiones y los coches, y el trabajo. Le gustaba el trabajo, y era ambicioso y fue pudiente y luego pobre, y aunque era mayor que mi madre, que era su prima, él siempre parecía, en casa sobre todo, un muchacho menesteroso que, al llegar la tarde, necesitaba que nosotros, sus hijos, le quitáramos los zapatos y le ayudáramos a sentirse aliviado de las dificultades del día o del camino.
Cuando uno es un niño no sabe cuánto nos necesitan los padres. En este caso, en el caso de mi padre, él era el mimoso que buscaba nuestros apoyos. Mi madre, que iba y venía por la casa, y que nunca hizo un viaje mucho más allá de Santa Cruz y de Candelaria, nos miraba mimarlo como si eso la aliviara a ella misma de quitarle el pesimismo nocturno a su marido.
En aquel ámbito yo era el chico solitario en casa, porque mis hermanos, Carmela, Candelaria, Paquillo, se iban a trabajar (Paco fue al colegio, mis hermanas fueron a la escuela, pero pronto se pusieron a trabajar, y Paco lo hizo poco después de sus catorce años). Ellos no estaban conmigo, pues, sino cuando caía la tarde, pero era mi madre la que me soportaba de día para........





















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