Rafael Veloz: El juicio más injusto de la historia, enseñanza dejada para la posteridad
El juicio más injusto de la historia condujo a la condena de Jesucristo, quien pocas horas después de su muerte, abrió las puertas del Cielo. Los principios universales del debido proceso, juez natural, presunción de inocencia, no fueron aplicados al proceso del Hijo de Dios. Su corto pasaje por este mundo fue suficiente para exhibir muchas enseñanzas a la humanidad, y una de ellas fue mostrar el linchamiento en la “apariencia” de un Estado de Derecho. Por ello, en Semana Santa, se reaviva las peticiones de restablecimiento de la justicia, libertad para los presos políticos, entre muchas injusticias terrenas.
El juicio a Cristo no fue realmente un Proceso, fue un linchamiento, con todos los horrores de las violaciones legales, tanto a la ley judía como a la ley romana de la época. Escribió José Elías Romero en su libro “El Proceso a Cristo” lo siguiente: “A los judíos no se les acusa de crueldad sino de traición, y a los latinos no se les acusa de traición sino de crueldad… Los romanos no enfrentaron a Jesús por razones religiosas; fueron los propios judíos”. A Cristo, lo dice el penalista Romero, no se le respetó ningún principio universal (esbozados por los romanos), y se le mató bajo procedimientos penales de entonces, pero bajo un proceso violatorio de esas propias leyes vigentes. El proceso a Jesús es, por lejos, el proceso penal más importante de la historia. Tan pronto Jesús fue aprendido en el Monte “Getsemaní” lo llevaron donde Anás (suegro de Caifás, sumo sacerdote en aquel año). Era la primera vez que Jesús se enfrentaba a su más fiero enemigo. En poco tiempo (horas), a Jesús lo interrogan Anás, Caifás, Herodes y Pilatos. En ese espacio ocurren claras violaciones a la ley........
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