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Orlando Viera-Blanco: Redención como política de estado. El perdón difícil (I)

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05.11.2025

“En Venezuela, donde el conflicto ha penetrado familias, iglesias y barrios, la justicia debe tener un rostro humano. No puede ser tribunal de venganza, sino espacio de reconciliación”.

La transición venezolana sí ha de ser verdadera y duradera, no puede reducirse a un cambio de gobierno, a la restauración formal del Estado de Derecho o a la aplicación selectiva-represiva de la justicia. Debe ser una empresa moral y espiritual, una redención política y social que permita a una nación fracturada, reencontrarse consigo misma. Como lo anticipó Nelson Mandela: “no hay futuro sin perdón”.

Ha surgido una suerte de división o mejor dicho, una [innecesaria e inconveniente] polémica desde las filas de la oposición, donde algunos-con una suerte de ascendencia moralizadora-tildan a otros de normalizadores por hacer un llamado a la redención política. Un señalamiento que nos invita a reflexionar sobre lo peligroso que significa-a estas alturas del partido-no saber distinguir entre causas y consecuencias [Dixit Hannah Arendt]. Las terribles causas de lo sufrido [indiferencia, galbana, populismo] no nos pueden conducir a una reedición de consecuencias irresolutas e irreconciliables [odio, división, desculturización].

Sólo una profunda concientización sobre la paz y el perdón nos puede llevar a un justo medio del concepto de justicia. Y quiénes hagan este legítimo ejercicio redentor, no merecen ser encasillados como revisionistas o normalizadores. El presente ensayo quizás induzca al mismo señalamiento. Pero lo hago libre de prejuicios y de reproches por lo que lo hago libre de temores. La lección aprendida después de décadas de violencia, es evitar lo que nos condujo a esta era de oscuridad. Y la luz no es otra cosa que el amor por encima del odio [Martin Luther King].

Revisemos los conceptos de transición sostenible de regímenes autoritarios a democracias de cara a nuestra realidad sociopolítica, histórica y cultural. La transición no es un fin en sí mismo si no es sustentable. La venezolana será muy demandante. Lo que en definitiva podría generar un cambio sostenible en Venezuela, es un reencuentro basado en la empatía no en la inquina y la impenitente acusación.

La Transición Venezolana: Redención, empatía y reencuentro como puente humanitario

Durante más de 25 años Venezuela ha vivido bajo un régimen que erosionó las instituciones, sembró el miedo y degradó los vínculos ciudadanos, la economía y la democracia. La reconstrucción del tejido de confianza que sostiene la convivencia, es el gran desafío.

Una transición que se limite al castigo o a la imposición del orden, corre el riesgo de perpetuar el ciclo de venganza y resentimiento. Lo que se necesita es reencuentro, compasión y amor político—un concepto que, lejos de la ingenuidad y la impunidad, representa la madurez de una sociedad que decide no repetir su tragedia.

La categorización de ‘normalizadores’ a quienes genuinamente abogan por un proceso transicional plausible y sanador [vocación de permanencia y gobernanza] bajo un clima de reintegración, paz y entendimiento ciudadano, comporta un señalamiento desenfadado e inoportuno. Sin duda existen grupos de ‘coexistencia perversa’ que merecen desdén. Pero el reto es distinguir entre lo bueno y lo malo, sabiendo reivindicar las virtudes sobre nuestras carencias y comprender los orígenes de la fractura social. Que triunfara el discurso de lucha de clases no fue por casualidad. Si fueron capaces de agitar tempestades y odios, ahora el antídoto, es la razón como instrumento [inteligente] para disipar distancias.

He leído algunas opiniones que tratan de definir a ‘los normalizadores’; ergo: “…grupo de personas que todos los días salen a los medios que el Estado controla y a las redes sociales a........

© La Patilla