Orlando Viera-Blanco: La transición sostenible (II). La Libido dominandi
Las cosas que amamos.
“El régimen de Nicolás Maduro exprime una paz aparente, sostenida por miedo, represión y propaganda. Para un pueblo despierto, esta no es paz sino anomia política, una ruptura del orden moral y jurídico.”
El reencuentro social y la superación de la líbido dominandi en la doctrina de San Agustín es un elemento esencial para la recuperación del tejido social en términos de un orden justo, que es el amor ordenado para alcanzar la paz en lo que [Agustín] denomina, la Ciudad de Dios.
En varias entregas [La redención Social: La paz amigable; Pedagogía del alma; La justicia Transicional] hemos dicho que la paz, la gobernabilidad, la edificación de un nuevo Estado-moderno, próspero y feliz-no es una cuestión normativa, jurídica ni primordialmente orgánica en términos de Estado de Derecho, separación de Poderes y restitución de libertades políticas, económicas y civiles, sino un reto espiritual y sanador.
La vida y la libertad preceden al Estado mismo como derechos naturales del hombre, por lo que ‘el alivio’ de su espíritu y su conciencia lo ordena el amor, que es esperanza y convivencia. Lo contrario es el autoritarismo, la arbitrariedad, el egoísmo y el odio: la libido dominandi, la ciudad de satanás [la que adora los ídolos].
La búsqueda de la verdad es la misión esencial de la justicia; justicia que es libertad; libertad que es gozo, alegría que es amor y amor que es felicidad.
Una sociedad feliz concibe el respeto del otro y de Dios como un valor superior. A partir de esa virtud, la vida y la libertad son valores superiores al Estado y cualquier intento de regular o condicionar esos derechos inalienables y precedentes, debe nacer de un profundo consenso comunitario y una sensible comprensión de la igualdad humana, no como causa, sino como consecuencia del buen entendimiento de la justicia, la verdad, la paz y el orden social.
I.-La líbido dominandi: la raíz de toda tiranía.
San Agustín ofrece un marco filosófico y teológico excepcional para pensar la restauración del tejido social cuando este ha sido destruido por el miedo, el resentimiento y la lógica del dominio. Su visión de la paz, el amor ordenado y la Ciudad de Dios puede leerse como un camino para la reconstrucción civil y moral de un pueblo que ha vivido bajo la opresión, la arbitrariedad y la desintegración comunitaria.
Desintegración social que sólo logra ser cimentada y reconstruida sobre la base de la empatía, el respeto y la dignidad.
La libido dominandi según Agustín es el deseo desordenado de dominar a otros como el motor de los imperios injustos y de toda estructura política corrupta. Es el impulso que: i.-Destruye la igualdad; ii.-Sustituye la justicia por la arbitrariedad; iii.-Convierte al otro en un medio, no en un fin; iv.-Fractura la comunidad, produciendo miedo y servidumbre.
La dictadura moderna, especialmente en su expresión totalitaria [Dixit Hannah Arendt], se comprende plenamente desde esa categoría dominante: un proyecto político que se legitima a través del control, la coacción y la manipulación emocional. La líbido dominandi no sólo infecta a los gobernantes; también penetra la vida cotidiana, generando desconfianza social, resentimiento entre grupos, rivalidad y violencia simbólica, es decir, la anomia moral o pérdida colectiva del sentido del........





















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