Miguel Uribe Turbay: blanco de una Colombia rota, por Antonio de la Cruz
“Ministro que firme el decreto convocando a la consulta popular lo demandaré por prevaricato; primero la Constitución, primero el pueblo colombiano”.
Miguel Uribe Turbay
En Colombia, las víctimas de la violencia no descansan bajo tierra. Sus espíritus vagan por los cafetales del Huila, por los escombros de Medellín y por los pasillos sombríos del Capitolio Nacional. En las noches de neblina, sus nombres regresan como rezos invertidos: Gaitán, Galán, Jaramillo, Pizarro… Ahora, a esa letanía se suma uno que el país se niega a dejar morir: Miguel Uribe Turbay. Su cuerpo aún lucha por la vida, pero su figura ya ha sido inscrita en la narrativa trágica de una nación que confunde la disidencia con el delito y la palabra con el plomo.
Colombia no vive una novedad. La violencia política es una herencia rancia, fermentada por una prensa de trincheras que desde el siglo XIX sustituyó el argumento por el anatema entre centralistas y federalistas. En la era de «La Violencia» entre liberales y conservadores, los editoriales eran cartillas de guerra, y los columnistas, amanuenses del odio. Hoy, los nombres cambiaron: ya no es Laureano contra López —el conservadurismo autoritario y el liberalismo reformista—, sino uribismo contra petrismo, derecha contra izquierda, orden contra justicia social. Y la palabra escrita cedió su corona a los trinos o posts en la red social X.
El presidente Gustavo Petro, quien prometió ser el conductor de un cambio pacífico, ha asumido un papel distinto: el de orador de la cólera. Llama «esclavistas», «nazis» o simplemente «HP» a sus contradictores. Su alocución más reciente, difusa y errática, no aclaró nada sobre el atentado contra Uribe Turbay, pero sí confirmó algo esencial: el mandatario ha cruzado la frontera entre el liderazgo y la agitación. Ha convertido la Casa de Nariño en una tribuna, no para gobernar sino para polarizar.
El joven senador Miguel Uribe Turbay, por su parte, se había convertido en uno de los principales críticos del intento del gobierno de imponer una consulta popular sobre reformas laborales. Lo denunció como una maniobra para evadir al Congreso, movilizar estructuras clientelares y preparar el terreno para las presidenciales........
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