María Corina, paz con libertad… por Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr
Una Nobel en la clandestinidad
Está sola, muy sola. Sobre sus hombros pesa la última posibilidad de la nación de Bolívar, Venezuela, de ser libre. Vive el exilio en su propia tierra, habita una patria sin ventanas escondida de las hienas chavistas y de su furia babosa, clandestina junto a su belleza innata, sin los brazos de su madre, sin los mimos de sus hijos, sola, muy sola, con un país que la venera y un mundo que la premia por su nobilísima paz moral. Su clandestinidad tiene luz porque su alma es luminosa.
María Corina, la premiada histórica por la paz mundial no puede ver el sol en su país natal. Ni recibir un abrazo ni un beso, está sin tacto ni sonrisa, es mito viviente en la sombra de la opresión.
El laurel de la paz le fue ofrecido, sí, pero en un jardín sin flores, en una habitación blanquísima e inundada de ideales. En soledad.
¡Oh my God!
Sé que no fui el único que se desvaneció en esa llamada amanecida que la hizo reina histórica de la Paz. ¡Oh my god! (¡O Dios mío!), pero probablemente haya sido uno de los pocos que pensó en su........
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