León Sarcos: La soledad de los moribundos
El amor comienza en casa. Teresa de Calcuta
Lo que sobrevive de un ser humano es lo que ha conseguido dar de él a los demás. Norberto Elías
Muchas formas tenemos los seres humanos de plantearnos el tema enigmático y omnipresente de la muerte, así la mayoría lo relegue, lo ignore o lo reprima. De ello trata este ensayo, especialmente de los últimos años de la vida cuando saludable, quebrantado o con achaques, con una enfermedad terminal o solitario, el hombre llega al final. Porque lo que crea el problema al ser humano no es la muerte, sino saber de ella, y solo cuando se aproxima empieza a tomar conciencia de su existencia.
En la antigüedad la vida no valía nada
No hay duda, a decir de Norberto Elías (1897-1990)-eminente sociólogo, autor de El proceso de la civilización-, que en comparación con la Antigüedad, ha ido aumentando nuestra capacidad de identificarnos con los otros seres humanos, sus emociones, sus sufrimientos y sus muertes.
Ningún sentimiento de igualdad o de compasión podían experimentar los purpurados senadores y la romana plebe hacia los otros seres humanos que, allá abajo en la arena ensangrentada, luchaban desesperadamente por su sobrevivencia a costa de la vida de otros.
Los gladiadores solían saludar al César, según él, con el lema Morituri te salutant (Los que han de morir, te saludan); como emperadores había algunos que se creían inmortales. En su lugar debía de ser: Morituri moritorum salutant (Los que van a morir saludan a quien también ha de morir); a pesar de que el tío Google afirme extraviadamente que esa expresión solo fue usada en una película.
Es muy posible que para llegar a esa expresión última ya no existirían, como en realidad pasa, ni gladiadores ni césares. Y para poder decir algo semejante a los líderes de hoy –que aún siguen teniendo potestad sobre la vida y la muerte de millones de seres– se requeriría una des mitologización de la muerte, una conciencia mucho más clara de la que hasta hoy se ha podido lograr: que la humanidad es una comunidad de mortales y que los seres humanos solo pueden, en su menesterosidad, recibir ayuda de otros seres humanos.
Formas de entender la muerte
Existen grosso modo cuatro formas de abordar el tema. Se podría mitologizar o cargarlo al sentimiento religioso, que es la forma más sublime de reprimirlo y posponerlo, mediante la idea –un poco sustancialmente agotada debido fundamentalmente al avance de la ciencia– de otra vida posterior a la terrena en la que los muertos harían vida en común en el Hades, en el Valhalla, en el Infierno o en el Paraíso. Esta ha sido la forma más antigua y convencional de arreglárselas con la finitud de la vida.
Otra manera sería evitar el pensamiento y la discusión acerca de ella con tal de alejarla, esconderla o mantenerla en el olvido. Pudiera ser también a través de la idea de inmortalidad tan presente en estos tiempos. Y, finalmente, podemos mirarla de frente como un dato inherente e inseparable de nuestra propia existencia; es decir, arreglar nuestra vida, fundamentalmente nuestro comportamiento para con otras personas y con nosotros mismos, con nuestro interior, al limitado espacio de tiempo del que disponemos.
Como bien lo explica Norberto Elías en su ensayo La soledad del moribundo, podemos considerar una hermosa tarea hacer que la despedida de los seres humanos, al final, cuando llegue tanto la de los otros como la propia, sea lo más liviana y agradable posible; y sensata la pregunta de cómo se cumple tal tarea. Particularmente, esta es una pregunta que solo se hacen unos cuantos médicos adelantados claramente y........





















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