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Andrés Caldera Pietri: La pequeña historia de una encíclica

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31.05.2025

Estudiaba en París en 1985 cuando mi padre, Rafael Caldera, me invitó a pasar tres días con él en Roma. Era entrado el mes de diciembre y él venía de estar dos días en un seminario organizado por el Instituto Jacques Maritain en la ciudad de Trieste.

Como cada vez que iba a Roma, él intentaba visitar al Santo Padre y más ahora que su amigo, el Cardenal Rosalio Castillo Lara, había sido designado por Juan Pablo II gobernador del Vaticano.

La llamada confirmando el encuentro llegó al final de la estadía, cuando su ansiedad casi se desbordaba. Caldera tenía el propósito de plantearle a Su Santidad la necesidad de actualizar los planteamientos de la Encíclica Populorum Progressio a los cambios producidos en la realidad mundial. Por ejemplo, el problema de la deuda externa de los países en vías de desarrollo, por el cual tenía años luchando en los foros internacionales para buscarle solución. Éste se había convertido en una carga pesada y onerosa, especialmente para su propio país, en el que aproximadamente la tercera parte del presupuesto anual se iba en el pago del servicio de la deuda.

Fue una mañana de esas radiantes en Roma -cielo azul y clima frío- en la que Caldera no ocultaba su emoción por la visita al Papa, como lo habíamos visto en oportunidades anteriores. Lo acompañamos Luis Miguel González y yo. En el camino nos decía: “yo he tenido la fortuna de conocer a varios Papas, pero con ninguno he tenido un trato tan cercano como con Juan Pablo II”.

Nos recibió el Cardenal Castillo Lara. Impresionaba comprobar con qué seguridad y confianza se movía dentro de los muros vaticanos y el respeto a su autoridad por........

© La Patilla