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Mitos y clichés

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En estos días oía a una señorita candidata a uno de los tantos reinados decir que representaba a un municipio de nuestro departamento – municipio que me abstengo de nombrar –, de gente trabajadora, honrada, pacífica, resiliente y empoderada (estas dos últimas, palabras de cajón, que quién sabe qué diablos en realidad significan, pero que se deben usar para estar a la moda).

Al pueblo donde pasé mi infancia vino a pacificarlo un sacerdote de la provincia de Ocaña, monseñor José Francisco Rodríguez, luego vicario general de la diócesis. Le oí sus sermones encendidos en que denunciaba que cómo era posible que no había domingo en que al caer la tarde se contaran infaliblemente tres muertos a cuchillo o a bala. Viví, pues, en un pueblo violento. De vainas no soy cuchillero. Y a ese pueblo, amigo lector, usted lo oirá mencionar como pacífico, tolerante, trabajador y honrado.

¡Pueblos pacíficos y país pacífico con 22.000 guerrilleros........

© La Opinión