Ni mejores ni más fuertes
Planta covid de un hospital de Barcelona en lo más crudo de la pandemia. / Ferran Nadeu
Hace cinco años el planeta se hallaba en vísperas o en los albores del confinamiento global motivado por la mayor pandemia en un siglo, la desatada por lo que primero se llamó coronavirus (SARS-CoV-2, por ser precisos), más tarde el virus —así, con el artículo por delante, hoy en cursiva, no hacían falta apellidos para saber de qué se hablaba—, enseguida COVID-19 —pronto se granjeó el nombre propio y la mayúscula— y paulatinamente el covid o la covid (el término se consolidó en las conversaciones en su género no binario y perdió las mayúsculas en cuanto se convirtió en enfermedad común, como la gripe o el sarampión).
La RAE establece COVID en su glosario, todo en versales, para respetar el acrónimo inglés (‘coronavirus disease’). El abuso de las versales acaba ensuciando los textos como los embarra el exceso de comillas o la preeminencia de párrafos infinitos invadidos por las subordinadas, los ‘peros’ y los ‘aunques’, que trasladan al lector a una somnolencia que aboca a olvidar el planteamiento, en ocasiones el nudo y casi siempre el desenlace, al que rara vez se llega no por falta de interés, sino por agotamiento, como acabo de hacer yo con estos párrafos
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