Adivina quién gobernará en 2027
Yolanda Díaz y Pedro Sánchez. / E. P.
Pedro Sánchez es el problema, pero Feijóo no es la solución. Así se deduce no solo de las encuestas que se van sucediendo, sino de la intuición general. El PP no chuta a pesar del evidente cerco que sufre el Gobierno socialista, tanto por los casos de corrupción como por la inacción que provoca la heterogeneidad de sus socios de investidura. Sánchez no puede hacer políticas de izquierda porque lo limitan sus socios de las derechas nacionalista e independentista, y tampoco replegarse a un pragmatismo funcional que contente a éstos, ya que sus coaligados del Gobierno no lo secundarían. La única escapatoria es vencer la resistencia de los separatistas mediante cesiones graduales que ya tocan la médula de la estructura básica del Estado, es decir, satisfaciendo las demandas de tipo nacionalista a cambio de que los del sector conservador de ese segmento levanten el veto a algunas políticas progresistas.
Esta dinámica, en caso de consumarse, arrastra la mala contrapartida de desafectar al electorado potencial del PSOE en la mayoría de los territorios, aparte de Cataluña y el País Vasco. Por tanto, la sostenibilidad del actual Gobierno durante los dos años que oficialmente restan de legislatura anuncia la debacle a su conclusión. Tendremos, pues, a un Gobierno progresista maniatado, que en la práctica conduce inexorablemente a un Gobierno de las derechas. La convocatoria de elecciones en vez de seguir desmantelando la Hacienda y, lo que viene después, la Justicia, tampoco resolvería el encajonamiento del PSOE, pues solo contribuiría a adelantar el futuro predeterminado.
Ni siquiera está garantizado que las concesiones al independentismo ofrezcan oxígeno a Pedro Sánchez, pues Ezquerra y los puigdemones, y muy especialmente Bildu, le han tomado la medida y no le dejan espacios con su insaciabilidad para que el presidente pueda presumir del fruto de sus intercambios. Partidos como Junts también tienen sus problemas, pues aunque priorizan la cuestión nacionalista, no está claro que sus bases electorales consideren más importantes los avances en ese aspecto que posibles apoyos a reformas como la reducción de la jornada laboral. Habría que preguntar al sector del empresariado y de la burguesía catalana qué les resulta más satisfactorio, si la preeminencia de un........
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