Última hora: hay homosexuales que no son de izquierdas
Última hora: hay homosexuales que no son de izquierdas / l.o.
Este sábado se ha celebrado el Día del Orgullo en España. Como cada año, las calles se han llenado de color, de pancartas, de música, de reivindicaciones, de cuerpos que se exhiben, de discursos, de Melody, de silencios y de muchas etiquetas. Porque eso es, en el fondo, el Orgullo: una gran exposición pública donde se mezclan lo legítimo y lo impostado, lo profundo y lo banal, lo necesario y lo innecesario. Una fiesta y, a la vez, una llamada de atención. Un grito. Y también, a veces, un teatro.
El propósito inicial —y aún vigente— del Orgullo es loable: reivindicar la igualdad y la normalización de un colectivo que, durante siglos, ha sido silenciado, perseguido, agredido y ninguneado. Y no es que eso haya terminado. Solamente hay que repasar las noticias de los últimos meses para comprobar que aún queda camino por recorrer. No se trata de negar la raíz de la protesta ni el valor de lo conquistado, sino de poner el foco en lo que se ha desvirtuado.
Porque hay algo paradójico en una celebración que dice defender la igualdad pero que muchas veces se desarrolla con un tono que no busca integrar, sino diferenciar. Que no busca unir, sino señalar. Y lo más preocupante: que ha sido secuestrada —como tantas otras causas nobles— por el uso político más burdo y el partidismo más obsceno.
Hay firmas políticas que necesitan ondear la bandera del arcoíris con más ímpetu que la bandera nacional, convencidos de que eso les garantiza una especie de superioridad moral automática. Partidos que........© La Opinión de Málaga
