El Llar de Corvera. / Miki López

Saúl Fernández

El Llar de Corvera pegó un estirón en 2018: pasó de apenas 160 butacas disponibles que tenía cuando lo abrieron -fue en noviembre de 2001-, a las 420 que son con las que cuenta ahora mismo (entre las del graderío telescópico y las sillas de quita y pon). Así que la sala de referencia de la escena asturiana se más que multiplicó en 18 años por dos como si nada.

Lo que primero había sido una cuadra, se transformó muy pronto en una sala abierta hasta el amanecer y es que en el teatro de Las Vegas se atiende 350 días al año: casi tantos como en el bar de la esquina. De cualquier esquina.  

Esta política programática -que casi es fe, pero en realidad es versatalidad- ha generado unos números contantes y sonantes de excepción: más de un millón de espectadores se han pasado por el Llar para bailar, para hacer pilates, para ver teatro o escuchar un concierto.

Así todos los días, desde hace casi cinco lustros.

El Llar se abrió de par en par porque la sala de espectáculos que funcionaba hasta entonces -en el centro........

© La Nueva España