Gustavo Petro anda más dormido que despierto, y cuando abre los ojos, habla como si aún siguiera atrapado en un sueño confuso. Esta semana, en pleno consejo de ministros, confesó con desparpajo que no cumplió una cita porque se quedó dormido. Lo dijo sin rubor, como si no se tratara de la agenda del jefe de Estado, sino de un estudiante perezoso que faltó a clase. Y ahí está la paradoja: el Presidente presume sus siestas mientras el país se desvela entre crisis, incertidumbre y un desgobierno que ronca desde el primer día.

Y mientras Petro duerme, sus conflictos internos se convierten en pesadillas. La más reciente enfrenta a Alfredo Saade y Armando Benedetti, dos malabaristas del mismo circo........

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