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Cuando una plaza se volvió país

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02.09.2025

Aquel 2 de septiembre de 1960 «llovió» como pocas veces. Un torrente humano —casi ¡un millón de personas!— inundó la principal plaza de Cuba para responderles a los cancilleres de nuestra región que días antes, en San José, Costa Rica, habían suscrito una declaración que intentaba demonizar este país y lo que iba naciendo en él.

Ese dictamen, nacido al amparo de la Organización de Estados Americanos (OEA), la misma que un cantor popular denominó en rima «la cosa más fea», recibió en su momento la respuesta filosa de Raúl Roa García, el Canciller de la Dignidad, quien entonces dejó al desnudo la moral de El Águila y sus acólitos.

Frente a aquel ardid no se replicó con una nota diplomática. Se organizó, en su lugar, un acto masivo que terminó estremeciendo al mundo y que todavía hoy, 65 años después, provoca admiración. La asombrosa congregación fue bautizada como Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba.

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© Juventud Rebelde