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Herido de bala

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El tren de alta velocidad de China está haciendo, en el ecosistema del transporte público, lo mismo que el pez león en los mares de la Tierra: se extiende y les roba, en buena lid, sustento a los demás y ni siquiera el avión, rey orgulloso a lo largo de décadas, sale bien librado de la competencia.

Es que en tramos de distancia media —como el de Beijing-Shanghái de 1 300 kilómetros que el tren cubre en… ¡cuatro horas!— puede ofrecer al viajero una experiencia más rentable y cómoda, con un sistema de acceso y abordaje sencillo y de poco tiempo, mientras el «pájaro» grande, anidado en aeropuertos de las afueras, exige llegadas muy anticipadas y severos controles de seguridad que hacen perder minutos.

Se dice que, conscientes del golpe, algunas compañías optaron por colocar limusinas que acercan a sus clientes a la terminal aérea, pero ese es un pequeño parche en medio de la cicatriz: en realidad, el Señor Tren es el que más «despega».

China puso en servicio su primer tren de alta velocidad el 1ro. de agosto de 2008 y en solo 17 años ha tejido la red más grande del mundo, con la «friolera» de 48 000 kilómetros de líneas que no dejan de crecer. Cada año, unos 4 310 millones de pasajeros son movidos por estos vehículos, lo que equivale a soñar que en 12 meses más de la mitad de la población mundial hubiera montado en ellos. ¡Privilegio de chinos, premio de su enorme esfuerzo!

Son ocho rutas principales en el eje Norte-Sur y otras tantas........

© Juventud Rebelde