Para Washington, “¡Israel primero!”
“Estados Unidos primero”… ¿a menos que de Israel se trate? Son muchos los partidarios del presidente estadounidense que se plantean esta pregunta. Que por lo demás resulta humillante para el inquilino de la Casa Blanca, ya que da a entender que el petulante hombre fuerte del país actúa a remolque de un dirigente extranjero. Y uno que no vive en Moscú, sino en Jerusalén. La conclusión poco tiene de asombrosa, habida cuenta de que resulta difícil detectar en Washington un lobby ruso de cierta envergadura, mientras que el israelí lleva al menos cuarenta años haciendo gala de su poder (1). Entre el 80 y el 95% de los representantes y senadores del Congreso —tanto republicanos como demócratas— se hacen eco de sus intereses. Observar el pasado 15 de junio, en el plató del programa Face the Nation de la CBS, al senador republicano neoconservador Lindsay Graham —halcón donde los haya— y a su colega demócrata Richard Blumenthal, sentados hombro con hombro, tenía algo de caricaturesco y, a la vez, de muy banal. Como buenos ventrílocuos de las exigencias de Israel, que acababa de bombardear Irán, ambos amenazaron a la República Islámica con la destrucción antes de reclamar, también a coro, la imposición de nuevas sanciones a Rusia por su agresión a Ucrania.
Es la clase de puesta en escena bipartidista que tanto detestan los seguidores de Donald Trump, en especial quienes se unieron a su lucha porque compartían su aborrecimiento por esos neoconservadores, republicanos y demócratas tan aficionados a las cruzadas “en favor de la democracia” o “contra el terrorismo” que siempre acaban arrojando un abrumador saldo humano y financiero. A........
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