Camino al socialismo: ¿por dónde?
3
1
31.08.2025
- Partamos por reconocer, con mucho realismo y criterio autocrítico, que quienes nos decimos de izquierda -o, si se prefiere, que todo el campo popular, el pobrerío del mundo, que es la inmensa mayoría de población global- estamos bastante perdidos en la perspectiva de buscar un mundo post capitalista. Los caminos se ven cerrados, y el discurso pro empresa privada e individualista ha ganado muchísimo terreno. No encontramos bien cómo atacarlo, cómo hacerle mella.
- Por supuesto que la clase obrera no ha desaparecido, aunque el discurso de la derecha dominante nos lo quiera presentar así. De esa cuenta, ahora todos seríamos “emprendedores”, “cuentapropistas”, “influencers” y “microempresarios”. Ya no trabajadores sino colaboradores; se intenta borrar la noción de proletariado, pues ahora todo el mundo sería “clase media”. La ideología anticomunista se ha instalado peligrosamente allí, golpeando incluso en las izquierdas, que en muchos casos adoptaron un discurso socialdemócrata, dejando de lado el concepto básico de lucha de clases. Pero la gran masa trabajadora, aunque crezca la automatización y la robótica dejando gente en la calle, sigue siendo el verdadero fermento de cambio de la sociedad. Sucede que sus luchas han sido aplastadas de momento. De todos modos, aunque muy precarizada en sus condiciones laborales, ahí sigue estando la semilla de la posible transformación revolucionaria.
- El capitalismo, como absolutamente nada de lo que podemos concebir, por supuesto no es eterno. Es un determinado modo de producción, surgido históricamente en un momento (siglos XIII y XIV) en el continente europeo, expandido hoy planetariamente, y que lleva en sí mismo las contradicciones que lo terminarán haciendo desaparecer.
- Esas contradicciones, esos polos opuestos totalmente enfrentados que viven en pugna permanente, son las dos clases sociales que vertebran su arquitectura: la clase poseedora de los medios de producción (empresarios industriales, banqueros, terratenientes) y una amplia masa trabajadora, hoy día diversificada en innumerables categorías (clase obrera industrial urbana, proletariado rural, campesinado, empleados en servicios varios, asalariados en cualquiera de sus formas, sub-ocupados o trabajadores informales, miembros del ejército de reserva industrial -desocupados-, amas de casa sin remuneración monetaria). La tensión entre ambos sectores es, de acuerdo a la clásica definición del materialismo histórico, el “motor de la historia”.
- A poco de su nacimiento, ya con la revolución industrial europea a toda marcha, el capitalismo encontró sus primeros elementos confrontativos: surgen así los primeros sindicatos que se oponen a la explotación (trade unions), el anarquismo, los primeros movimientos cooperativistas, el llamado socialismo utópico (Owen, Fourier, Saint-Simon), hasta que aparece la formulación del socialismo científico, de la mano de Marx y Engels.
- Las luchas contra el capital y por la dignificación de las condiciones de vida de la gran masa trabajadora comienzan a crecer, en buena medida provistas del arsenal teórico que provee el socialismo científico, dando su primer resultado en 1917, en la semifeudal Rusia zarista. Se crea el primer Estado obrero-campesino de la historia, y comienza allí la edificación del socialismo. Años después se van sumando otras experiencias: China, Vietnam, Cuba, etc. Para la década de los 70 del siglo XX al menos un cuarto de la población mundial vivía en países que, de un modo u otro, seguían una vía no-capitalista. Al mismo tiempo, profundas luchas sociales, con distintas modalidades, marcaban el panorama mundial, confrontando al sistema hegemónico, con variadas formas de lucha, desde movimientos populares a sindicatos combativos, desde alzamientos armados (guerrillas) hasta movimientos estudiantiles, desde intelectualidad progresista hasta luchas de liberación nacional antiimperialistas. Todas las experiencias socialistas que se iban dando, desde la primera revolución bolchevique hasta las últimas expresiones hacia fines del siglo XX, fueron siempre sistemática y sanguinariamente atacadas, haciendo muy difícil, o simplemente minando su posibilidad de crecimiento y consolidación.
- Cuando los aires socializantes ya se difundían por buena parte del planeta, el capitalismo global, liderado por Estados Unidos, reaccionó airado. Represiones sangrientas fomentando castigos ejemplares (perversa pedagogía del terror con desaparición forzada de personas, campos de concentración clandestinos, torturas, estrategias de tierra arrasada) más planes llamados neoliberales (primado absoluto del capital privado sin anestesia sobre la masa trabajadora y adelgazamiento extremo de los Estados), golpearon inclementes a las izquierdas y a cualquier atisbo de protesta social. Eso, más la caída y desintegración de la Unión Soviética, junto con el paso a mecanismos de mercado en la República Popular China, desaceleraron/complicaron/frenaron grandemente todas las luchas populares en el mundo. Las izquierdas quedamos faltos de proyecto: ¿y ahora qué hacemos? Muchas fuerzas revolucionarias se pliegan a la democracia burguesa, y muchas simplemente abandonan la lucha.
- El sistema capitalista, que por supuesto no resuelve ni puede resolver los acuciantes e históricos problemas de la humanidad -que hoy día sí la actual tecnología permitiría solventar- en forma cruel y despiadada sintió cantar victoria con todos esos acontecimientos de fines del siglo XX. Hoy, ya entrada la tercera década del siglo XXI, los caminos para la búsqueda post capitalista se muestran muy difíciles, complejos, envueltos en una espesa niebla que no deja ver con claridad.
- De ningún modo puede decirse que terminaron las luchas, ¡porque........
© Insurgente
visit website