PSN: la fuente del orden y la de la corrupción
En el corazón del corralito. PSN: la fuente del orden y la de la corrupción
El terremoto político de los últimos meses con el estallido del Caso Koldo ha dejado en shock a toda la población psoeizada y parte de su extrarradio. El espectáculo no tiene desperdicio. Un matón de discoteca que llega a asesor del ministro de transporte, políticos que dan contratos millonarios a empresas amigas a cambio de dinero, prostitución, familiares y amigos enchufados, contactos con altos mandos de la policía… En fin, un partido de orden haciendo lo que suele hacer en la intimidad, pero esta vez retransmitido sin censuras, por todos los canales, en alta definición.
Las lágrimas de María Chivite, emitidas también en riguroso directo y reenviadas hasta el último rincón de las redes sociales, ejemplifican bien la reacción desde dentro de la estructura del partido: no me lo puedo creer, quién se iba a imaginar algo así, era mi amigo del alma y cómo me ha podido engañar de esta manera, ay qué dolor que tengo aquí por haberme caído del guindo. Desde fuera del universo PSN, en cambio, el escándalo sólo se puede leer como una constatación del papel histórico de los socialistas en Navarra. Una función doble, en realidad: por un lado, puntal de la gobernabilidad del territorio; por otro, central de reparto de prebendas, acuerdos y adjudicaciones. En una época en la que el mercado, al menos en esta parte del mundo, necesita de la participación activa del Estado para generar pequeños nichos de rentabilidad, la mano invisible del Estado en Navarra ha perdido los papeles y la hemos visto actuar.
Los abajo firmantes, hace ya más de un mes que presentamos la dinámica Corralito Progre con artículos en El Salto y Gedar, página web, folletos y carteles, redes sociales y varias presentaciones presenciales. Considerábamos que una década era suficiente para plantear un balance general, dividido por temas y sostenido en datos, del ciclo 2015-2025 de gobierno del cambio en Navarra. Los materiales publicados apuntan a que el régimen político edificado por UPN y PSN durante décadas sigue vigente y saludable pese a haber apartado a UPN de las principales instituciones. Señalamos al PSN como elemento clave en la continuidad de los gobiernos conservadores hasta el año 2015 y los progresistas de la actualidad. Pero, ni de lejos podríamos habernos imaginado que el PSN, ese partido político que fue clave de bóveda del pasado régimen y sin empachos pasó a erigirse en director de la orquesta del cambio, quedase tan en evidencia.
El destino nos ha regalado un fenomenal ejemplo a favor de la hipótesis que manejamos: después de diez años de gobiernos progres, la estructura de poder y sus métodos al servicio del capital siguen operando en Navarra. Por mucho que insistan el PSN y sus nuevos aliados, no ha habido ningún cambio estructural respecto a los gobiernos de UPN, tal y como tratamos de demostrar en los anteriores artículos. Esta rocambolesca coyuntura en la que se han destapado las vergüenzas del partido de Chivite, nos ha obligado a escribir este artículo para remarcar que el PSN ha sido, es y será parte consustancial del régimen.
Antes de aquel histórico vuelco electoral de hace 10 años, una de las preocupaciones respecto a la clase política era la corrupción. No sólo en su versión clásica o dura, aquella que termina judicializada y con políticos condenados, sino más aún la corrupción blanda, la del entramado de puertas giratorias, enchufes de familiares y amigos en puestos clave y chanchullos con empresas amigas. Preocupaba, en realidad, la frontera difusa entre la desviación que llamamos corrupción y el funcionamiento habitual (todo legal) de lo que algunos autores llaman «capitalismo de amiguetes». En aquel tiempo se señalaba a UPN como el partido que mantenía una mayor red clientelar y unos lazos más íntimos con el mundo empresarial. El despilfarro de dinero público adjudicando a empresas privadas contratos millonarios como el TAV, las autovías, el Canal de Navarra, el Navarra Arena y demás eran duramente cuestionadas por una parte significativa de la opinión pública. Aquel bloque social procambio consideraba también al PSN como partido auxiliar de UPN e impulsor también de estas corruptelas. Y ahora vemos, para sorpresa de nadie, que haber cambiado de socios no ha alterado el modus operandi del PSN. Lo cual nos hace preguntarnos: ¿ha cambiado el PSN o han cambiado quienes ahora le apoyan? ¿Han cambiado realmente quienes les apoyan, o es simplemente un ajuste entre su retórica transformadora y su práctica continuista?
Así pues, forzados por los acontecimientos y asumiendo no ser capaces ni de responder rápidamente, ni de poder desarrollar un contenido de rigurosa actualidad o innovador, ofrecemos al lector un repaso histórico del carácter estructuralmente chanchullero del PSN hasta la fecha de hoy. Disfruten de la película.
Pioneros del trinque: refundación, transición, corrupción
Si vemos el árbol genealógico del PSN y tiramos de hemeroteca, los chanchullos que están aflorando ahora con el Caso Koldo no sorprenden en absoluto. La historia del PSN es la historia de un partido que se arrima al sol que más calienta. Nada importa cambiar principios, dejar a un lado a parte de la militancia o saltarse la legalidad a la torera mientras se llena la boca de constitucionalismo. Hagamos un breve repaso.
Tras 40 años de exilio impuesto, el PSOE en Navarra se refundó por parte de un pequeño grupo de seguidores en 1974. Por aquel entonces, el movimiento obrero navarro estaba dinamizado por fuerzas rupturistas y durante los últimos años de la dictadura el Partido Socialista tuvo poca presencia en la lucha antifranquista. Sin embargo, en pocos años creció mucho hasta convertirse en la segunda fuerza política de Navarra en las elecciones generales de 1977. Por aquel entonces, en el seno de la Agrupación Socialista de Navarra cohabitaban, tal y como lo ha relatado Mikel Bueno en su libro Nos llamarán chaqueteros, diferentes sensibilidades; unas moderadas, apoyadas por Felipe González y Alfonso Guerra, y otras rupturistas y revolucionarias. Los sectores más escorados a la izquierda, además, contaron con el apoyo de los trotskistas de la Liga Comunista (LC) que desde 1976 practicaron el entrismo en la UGT. Por eso, durante los años de la Transición el PSOE defendía la ruptura democrática, el derecho a la autodeterminación y la unión de Navarra con el resto de las provincias vascas.
Sin embargo, la dirección del partido defendió que había que tomar la vía de la moderación y se vivió una intensa pugna interna entre la dirección oficialista y las corrientes rupturistas. En una maniobra orquestada por Gabriel Urralburu y Víctor Manuel Arbeloa, el sector moderado se hizo con el control del partido y del sindicato y apartaron a los sectores rupturistas a través de expulsiones y métodos burocráticos. A partir de entonces, la Agrupación Socialista Navarra se alineó con los principales consensos de la Transición y con el navarrismo antivasquista. Este giro ideológico le abrió las puertas del Palacio de Navarra tras ganar las elecciones forales de 1983. Durante esta etapa, como bien relata Imanol Satrustegi en el libro Atreverse a luchar, las organizaciones y movimientos de la izquierda revolucionaria, vanguardia en la lucha antifranquista y con gran arraigo social, fueron quedando relegadas a la irrelevancia política. Sin embargo, un Partido Socialista creado desde la nada, llegaría a las más altas instancias políticas en pocos años. Así de pronto encontró su hueco el PSN en el nuevo orden foral, hueco que más adelante compartiría con UPN. Podría recogerlo su logo: «Desde 1983 estrechando lazos con el poder empresarial y dando forma al corralito».
Urralburu gobernó hasta 1991, periodo durante el cual él y su consejero de Obras Públicas, Antonio Aragón, se enriquecieron gracias a la trama navarra del Caso Roldán. El pastel se descubrió en 1994 y tanto Urralburu como Aragón, así como sus esposas, fueron condenados por cobrar comisiones millonarias a varias constructoras a cambio de la concesión a dedo de obras públicas. Estos dos peces gordos del PSN fueron condenados a once años en el caso de Urralburu y siete años en el caso de Aragón (aunque luego el Tribunal Supremo rebajaría ambas penas a cuatro años) y multas millonarias. Urralburu posee, desde entonces, una plusmarca que nadie le puede arrebatar: es el primer presidente autonómico en ingresar en prisión.
En cuanto a las empresas implicadas, la principal fue Siemens, que ingresaba dinero en las cuentas suizas de los directivos del PSN y sus esposas. En toda esta trama también fue condenado Jorge Esparza, director comercial de la constructora Huarte, adjudicataria de varias obras públicas en Navarra. Cabe destacar que toda esta trama se desentrañó como una ramificación navarra del Caso Roldán. Luis Roldán nació en Zaragoza, fue militante del PSOE y tenía estrechos lazos con Navarra. Llegó a ser concejal en el Ayuntamiento de Iruñea y Delegado del Gobierno en Navarra. Este servidor del partido se enriqueció adjudicando obras públicas y haciendo negocios inmobiliarios y llegó a ser director general de la Guardia Civil. El escándalo salpicó al mismísimo Ministerio de Interior y evidenció la participación de altos mandos policiales en tramas de corrupción.
El sucesor de Urralburu fue Javier Otano, que en 1995 se sentó en el Salón del Trono gracias al gobierno de coalición entre PSN, CDN y EA. Aquel fue un antecedente lejano del gobierno progresista actual, que planteó la creación de un proyecto de federación con la Comunidad Autónoma Vasca denominado «Órgano Común Permanente». Este mecanismo institucional profundizaba la cooperación entre Navarra y el resto de provincias vascas y fue aprobado en el Parlamento de Navarra el 11 de Junio de 1996. Aquella era una línea roja que las élites navarras no podían permitir que nadie cruzara. Urgía hacer lo que fuera para dinamitar aquella iniciativa y la derecha contaba con un as en la manga. Otano recibió visitas por parte de dirigentes de UPN que le aseguraron que su gobierno caería si seguía con el proyecto. Dicho y hecho. El 15 de junio el Diario de Navarra llamó a Otano para avisar de que al día siguiente publicaría la existencia de una cuenta bancaria suya en Suiza. Esto obligó a dimitir al presidente. Los casos de corrupción del PSN en los años 80 y 90 hundieron electoralmente a los socialistas y allanaron el terreno para casi veinte años de hegemonía de UPN en las urnas.
De todas formas, PSN no se disolvió, sino que fue una pieza clave en la gobernabilidad de UPN. Además de compartir gobiernos y repartirse el poder en función al peso de cada partido en cada momento, PSN participó en uno de los mayores escándalos de lo que llevamos de siglo en Navarra: el desmantelamiento de la CAN. Este caso tiene mucha tela, tal y como explican con todo lujo de detalle algunos miembros de la plataforma Kontuz! en el libro El banquete: Expolio y desaparición de la CAN. El libro está lleno de nombres de protagonistas del régimen en Navarra.
Desde la creación de la CAN a principios del siglo, UPN y PSN repartieron entre personas de su confianza y militantes de sus partidos los principales cargos de la entidad financiera. Por ejemplo, Juán José Lizarbe, secretario general del PSN en aquella época, sería vicepresidente de la CAN. Estos políticos cobraban cuantiosas dietas. En el citado libro se cuenta que por cada sesión de reunión de la CAN el presidente del Gobierno de Navarra se embolsaba 2.680 euros y 1.717 el resto de cargos. Había días en los que celebraban hasta dos y tres sesiones. Alguna de ellas llegó a durar apenas 20 minutos y no se tomaba ninguna decisión........
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