Hay que demoler el Benacantil
Grabado de Alicante y su castillo de Gustavo Doré. / INFORMACIÓN
Aunque nos parezca sorprendente, a finales del siglo XIX existió una propuesta ampliamente debatida en la presa alicantina del momento que pedía la demolición del cerro del Benacantil para mejorar la situación higiénica de la ciudad.
La propuesta era realmente estrambótica y más viniendo de quien venía, el periodista y escritor Francisco Figueras Bushell, padre del que fuera años después Cronista de Alicante, Francisco Figueras Pacheco. Pero esta propuesta se basaba un problema que afectaba a la ciudad tanto en momentos de canícula como de fuertes lluvias. En 1898 la prensa alicantina lo describía así: «Todo el mundo conviene en que la escasez del agua, las condiciones del suelo terroso y polvoriento, la desnuda masa del cerro de Santa Bárbara, la singular orientación de Alicante, cerrado a los vientos del norte y abierto al cálido monzón del Sur, son principalmente las causas que nos colocan a merced del ardiente Febo (…). Varios proyectos se han apuntado para hacer más soportable la vida en Alicante durante la presente estación [verano]». Una de las propuestas que lanzaba el diario El Correo en el verano de 1898, y que permanecía guardada en un cajón, era la plantación de pinos y arbustos en el monte Benacantil puesto que «se harían dos beneficios de consideración a la capital, moderando la temperatura en verano y evitando en las épocas de lluvia el arrastre de tierras que pone intransitables las calles de la parte oriental». Esta plantación se realizó en 1912 gracias al esfuerzo del ingeniero Francisco Mira, casi al mismo tiempo que la repoblación del Tossal impulsada por el Doctor Rico.
Retrocedamos ahora a........
© Información
