“12 de octubre”, mucho que celebrar
En 1550, el hombre más poderoso de la Tierra, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, tomó una decisión sin precedentes en la historia. Ordenó la suspensión de todas las expediciones de conquista en el Nuevo Mundo hasta que una junta de los más eminentes teólogos y juristas de España pudiera resolver una cuestión fundamental: ¿era lícita la guerra contra los pueblos indígenas de América? Este acto de autoevaluación imperial culminó en la célebre Junta de Valladolid (1550-1551).
Este evento no fue un mero ejercicio académico ni un capricho de un monarca piadoso. Fue la culminación de una profunda crisis política, económica y moral que había estado gestándose desde 1503 y que amenazaba los cimientos ideológicos del Imperio español. La decisión del Emperador de detener la maquinaria de la conquista fue una medida radical, impulsada por una compleja amalgama de piedad genuina, pragmatismo político y la necesidad urgente de establecer un «justo título» que legitimara su dominio sobre los vastos territorios americanos. En el centro de esta controversia se encontraban dos figuras: Fray Bartolomé de las Casas, el apasionado «Protector de los Indios», y Juan Ginés de Sepúlveda, el erudito humanista y cronista real. Cada uno representaba una visión diferente no solo del futuro del Nuevo Mundo, sino de la naturaleza misma de la humanidad y del propósito del imperio.
En la práctica, el resultado fue un empate técnico que, en última instancia, benefició a la Corona. Una victoria........





















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