¿Tiene futuro el modelo Bukele? El Estado policial de El Salvador pronto enfrentará un ajuste de cuentas
Desafortunadamente en nuestro país ha surgido todo un grupo de políticos y virtuales candidatos a las elecciones de 2026 que están vendiendo el modelo de Bukele para el Perú. Es indudable el impacto negativo de la delincuencia y el crimen organizado a nivel económico, social y político, pero de allí a imitar las prácticas de El Salvador hay un salto peligroso.
El artículo base de esta nota fue publicado en la revista Foreign Affairs el 11 de septiembre de 2025. Sus autores son Beatriz Magaloni y Alberto Díaz-Cayeros, profesores e investigadores del Instituto Freeman Spogli de Estudios Internacionales de la Universidad de Stanford y colaboradores del Centro para la Democracia, el Desarrollo y el Estado de Derecho (CDDRL).
Ideas clave
El documento de Magaloni y Díaz-Cayeros sostiene que el modelo Bukele no es una historia de justicia, sino de terrorismo de Estado, en la que se han abandonado las protecciones legales, conseguidas con esfuerzo y que constituyen la base de una sociedad civil libre: juicios justos, presunción de inocencia, pruebas más allá de toda duda razonable.
Sin embargo, la aparente fortaleza del modelo es un espejismo. Presenta vulnerabilidades significativas. Bukele puede haber satisfecho en gran medida la necesidad de seguridad de los salvadoreños, pero no ha cumplido en otros ámbitos. La economía salvadoreña sigue estancada, con casi el 30 % del país viviendo en la pobreza. Si no se mejora el desempeño económico del país, acabará perdiendo apoyo, y tendrá que encontrar nuevas fuentes de control social.
Esto implicará mayor represión. El Salvador ha evadido por el momento la presión externa, pero en el futuro podrían presionarlo para que frene los excesos autoritarios y defienda los derechos humanos. Asimismo, si el gobierno convierte el estado de excepción en permanente podría seguir el camino de Venezuela: un régimen que ha perdido la confianza de su pueblo y del mundo exterior.
Antecedentes
Los autores anotan que el presidente salvadoreño se ha convertido en el autoritario más célebre de Latinoamérica. Ha recibido elogios, incluso del presidente Trump, por reducir la violencia de pandillas y transformar uno de los países más peligrosos del mundo en posiblemente uno de los más seguros. Pero él ha presidido la erosión de la democracia salvadoreña y la creación de un estado policial.
Gobierna mediante un implacable y perpetuo estado de emergencia: el régimen de excepción, que ha suspendido las protecciones constitucionales durante más de tres años. Y no se vislumbra un final. Él y su partido han monopolizado el control de los poderes legislativo y judicial, lo que, mediante una reforma constitucional, le ha abierto la puerta a la presidencia a perpetuidad.
Los datos positivos
Desde que Bukele asumió el cargo, los homicidios en El Salvador se han desplomado, de 2,398 en 2019 a solo 114 en 2024, según las estadísticas oficiales del gobierno. Aunque las cifras reales de homicidios........
© Gestión
