Remesas, el gran desafío del capital invisible
En México, las remesas no son un regalo: son capital. Y como todo capital, deben producir.
Una fuerza que ya supera los 63,000 millones de dólares anuales, equivalente al doble de la inversión extranjera directa en México y más que los ingresos petroleros. Una fuerza enviada por mujeres y hombres que trabajan jornadas dobles, pagan impuestos en Estados Unidos y, aun así, sostienen con lealtad a sus familias y comunidades al sur del Río Bravo. Una fuerza, sin embargo, que no estamos aprovechando como país.
Hasta ahora, hemos tratado a las remesas como dinero de auxilio. Las cifras nos conmueven, los discursos oficiales las celebran, pero nos hemos conformado con su función de supervivencia. Esa visión ya es insuficiente. Lo que urge es un nuevo paradigma: hacer de las remesas un vehículo de desarrollo, un músculo productivo, una estrategia nacional de crecimiento desde abajo.
La reducción del impuesto a las remesas al 1%, gracias a una intervención técnica del nuevo gobierno dicho sea de paso, es un acierto que merece reconocimiento. No solo protege el ingreso de millones de familias, sino........
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