Tu peor hater vive en tu cabeza
Hay quienes son alérgicos al polen, a las nueces o hasta la penicilina, yo, por un tiempo fui alérgico a los perros, pero no a cualquier tipo, en específico, una reacción del tipo estornudos constantes, ardor en los ojos e irritación en la piel se disparaba cuando estaba cerca de perros de talla grande. Por mucho tiempo lo asumí como una condición física sin cuestionar su origen. Hasta que, en una sesión de terapia surgió la pregunta: ¿cuándo empezó esto, realmente?
La respuesta no estaba en mi cuerpo sino en mi historia. Mi madre fue mordida por un perro cuando era niña. No era un tema del que se hablara, pero su tensión al ver perros grandes, sus advertencias al cruzarse con uno y su lenguaje no verbal fueron cosas que se instalaron en mi subconsciente desde niño. Nunca me mordieron, pero crecí con la idea heredada de que los perros grandes son peligrosos. Mi alergia, más que biológica era una forma de protección aprendida.
De acuerdo con el Dr. Ryke G. Hamer, una alergia puede ser un mecanismo de defensa que se activa cuando se repiten tres condiciones específicas del entorno que el inconsciente asocia con un shock emocional previo. Esas condiciones funcionan como "tracks" que disparan la respuesta física. En........
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