Crónica de un ajuste anunciado
La memoria financiera de los mexicanos es corta. Parece que se olvida que lo que ocurrió con el Wachovia Bank, así como sus complejas relaciones con intermediarios en México. También parecen lejanas las enseñanzas de la Operación Marquis. Sin embargo, todo lo ocurrido entonces es parte de un proceso inacabado. Sus ramificaciones llegan hasta el día de hoy. Las torpes decisiones tomadas en el gobierno de Calderón, tarde o temprano, tendrían consecuencias. Sí, hasta ese entonces hay que retroceder para entender lo que ahora finalmente tendrá un desenlace.
En tanto que en los Estados Unidos la sanción fue directa y contundente, terminando en una liquidación ordenada de la operación financiera del fallido banco, eso, mediante una forzada venta del banco, aquí prácticamente nada ocurrió, e incluso, vía firmas legales consentidas, los involucrados terminaron mejorando su posición de mercado, asunto que ya analicé en su oportunidad, destacando notorios errores cometidos por las autoridades financieras de entonces.
Tomada cuenta las inusitadas, por no decir, irregulares y heterodoxas maneras en que López Obrador “financiara” su movimiento, resultaba más que previsible el que todos aquellos operadores financieros cercanos a él, tarde o temprano, fueran sujetos a alguna investigación y hasta objeto de señalamientos puntuales. La llegada de Alfonso Romo al aparato gubernamental fue muy parecida a la de Elon Musk, y terminó siendo tan fugaz como la de aquel empresario, ambos ahora conocen las consecuencias de coquetear y abrazar algo que no entienden. La política no es para todos y suele ser arma de dos o más filos para los advenedizos.
El regiomontano, al igual que el sudafricano, pensó que había llegado el momento de su revancha y que la élite que lo había marginado se tornaría en corte imperial. Se equivocó, sólo terminó quedando igual o peor que antes, dado que el verdadero operador, el de las confianzas, acabó siendo Bremer, quien ya tenía operando a todo vapor el equipo, la estructura y los procesos que en algún momento detentara Jorge Lankenau. Su negocio es el destino de los caudales de múltiples tesorerías estatales y municipales, entre otras rentables operaciones oficiales. Sí, aunque el defenestrado banquero fue expulsado del sistema, el modus operandi goza de cabal salud.
Se equivocan quienes piensan que el Departamento del Tesoro ya bajó sus cartas, eso no lo hace ni en el discovery, siempre tiene ases que aparecen venturosamente cuando deben hacerlo. Si algo no tiene las autoridades financieras del vecino es ser improvisadas.
Es cierto que Romo armó el primer equipo de la CNBV, ellos pudieron poner a buen recaudo transacciones, que lo menos, pueden ser calificadas de complicadas de explicar. Aquí se borró todo, pero en el exterior........
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