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El Frente Amplio, la degradación de la democracia y la ultraderecha. Por Kenneth Bunker

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20.05.2025

En la segunda vuelta presidencial de 2021, el programa de José Antonio Kast se centró en dos temas: seguridad y crecimiento económico.

En contraste, el programa de Gabriel Boric enumeró una larga lista de promesas de las cuales el candidato priorizaría, en caso de ser electo, siempre en nombre de la democracia.

Entre sus urgencias, se haría cargo de la transición ecológica, de generar empleos decentes, de dar inicio a la sostenibilidad comunitaria, de consagrar el Estado social de derecho en línea con el proceso constituyente, sentenciar el fin de las AFP, inaugurar el nuevo sistema nacional de salud, reconocer todas las identidades, otorgar dignidad y justicia a los pueblos originarios y afrodescendientes, crear un nuevo modelo laboral, hacer de la minería sostenible, consolidar derechos sexuales, y hacerlo todo desde el feminismo.

Lo que finalmente le permitió a Boric ganar la elección, sin embargo, no fueron sus promesas, ni su carisma. Fue su capacidad para convencer a las personas de que, si no votaban por él, llegaría la ultraderecha al poder, destrozando la democracia que tanto había costado recuperar.

Claro, todo esto ahora suena absurdo, pero en ese tiempo tenía sentido. En particular, tenía sentido para ellos, el Frente Amplio, que recién se estaba instalando en el poder, y necesitaba bencina no solo para ganar, sino también para darse impulso después.

Un poco más de tres años después de haber debutado, y considerando el álgido contexto político, se vuelve necesario volver a visitar esa narrativa y sus consecuencias—pero no desde la perspectiva de quienes la diseñaron, sino desde la mirada de quienes supuestamente se beneficiarían de la llegada del Frente Amplio al poder.

Para evaluarlo, sin embargo, habría que........

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