Conquistar el ciberespacio para conquistar las instituciones
Hace pocos días se produjo uno de los fenómenos meteorológicos más devastadores de la historia de nuestro país. La DANA arrasaba con los recursos, los trabajos, los recuerdos, los sueños y las vidas de muchos valencianos.
Como cada martes, se celebra en el Congreso de los Diputados la sesión de pleno, con debates legislativos que suelen terminar alrededor de las nueve de la noche, y algunas veces incluso más tarde. Durante la sesión del pleno, la información sobre la DANA era escasa, especialmente en los medios nacionales. Al finalizar la sesión, recuerdo perfectamente ver un sinfín de tuits hablando de cadáveres flotando, videos desgarradores de gente subida a sus coches o directamente ahogándose. Lo primero que hice, con mucha angustia e incertidumbre, fue marcar el número de teléfono de mi hermano mellizo para saber si aquello era cierto, si él estaba bien y si nuestra familia se había visto afectada.
Mi infancia entera está ligada al País Valencià, a familiares y amigos con los que fui al instituto, a la universidad y a mis primeros trabajos. Ese día, nadie pudo pegar ojo; la impotencia recorría todos los grupos parlamentarios, con diputados y diputadas del País Valencià que ni siquiera podían volver a casa.
Al día siguiente, mientras las grandes cadenas pivotaban entre el relato de Mazón y el Gobierno central buscando quién tenía razón, la internacional de cuñaos reaccionarios digitales desplegaba sobre el terreno físico y digital su arsenal de artillería pesada de mentiras. Las redes sociales se inundaban de bulos, vídeos manipulados, de pseudoperiodistas e influencers expertos e incluso de plantillas de Instagram con manifestaciones convocadas por ultras, que ocultaban en letra pequeña sus........
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