Inteligencia criminal
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En Colombia ya no sorprende que los criminales se disfracen de autoridad. La inteligencia del Estado –esa que debería anticiparse a los ataques, desmantelar estructuras armadas y proteger la vida de los ciudadanos– se volvió, bajo este gobierno, una inteligencia criminal: útil para perseguir opositores, acosar periodistas, intimidar jueces y, paradójicamente, proteger a los narcos más peligrosos del país. La evidencia está a la vista. La política de ‘paz total’ se presentó como un camino hacia la reconciliación, pero terminó convertida en un proyecto para entregar territorios estratégicos a disidencias y bandas criminales. Cada cese del fuego funcionó como un salvoconducto para que los grupos armados reconfiguraran su poder: Catatumbo, Cauca, Nariño, Arauca, Chocó, el sur del Valle, Caquetá, Putumayo y Guainía quedaron bajo el control del ‘Estado Mayor Central’; Córdoba, Sucre, el norte de Antioquia y el Urabá, bajo el dominio amable del ‘clan del Golfo’. Lo que el Gobierno llamó “paz” fue, en realidad, la........
© El Tiempo
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