Sin relativismos
Profesora de la Universidad de Piura. Campus Lima
Tenemos, entonces, un relativismo gnoseológico o cognitivo que niega el conocimiento objetivo, supeditándolo a lo que entiende cada persona. Y, por otro lado, hay un relativismo ético o moral que recusa la existencia del mal y bien absolutos. Considera que lo correcto o incorrecto se subordina a las normas de una cultura, comunidad o individuo acorde con unas circunstancias.
Convivimos con un relativismo, cognitivo y ético, que provoca confusión porque se disfraza de “tolerancia”. No obstante, sin una “verdad absoluta” ni referentes morales nos convertimos en “hombres masa”, como decía Ortega y Gasset (2010), guiados únicamente por lo que dicta el consenso. Es entonces cuando debemos preocuparnos porque, a veces, no estamos en el camino recto por entender equivocadamente el ser tolerante.
Juan Pablo II en su encíclica Veritatis Splendor (El esplendor de la verdad) reprueba el relativismo, pues no todo es opinable ni pende de la subjetividad; hay una ley moral natural y verdades........





















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