menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

Adolescentes hasta los 35, el síndrome del nido lleno

5 0
27.07.2025

Independencia

Un joven pasa frente a la oficina de una inmobiliaria canaria. / Maria Pisaca

Almudena Cruz

Un cambio de paradigma en la sociedad que responde a aspectos que van desde los meramente económicos a los sociológicos y los generacionales ha provocado que ya no se hable del síndrome del nido vacío, esa tristeza que asolaba a padres y madres por la repentina marcha de sus vástagos en pos de una vida independiente. Ahora son más los progenitores que ven que la convivencia con sus pequeños –que ya no lo son tanto– se prolonga más allá de lo previsto, con los conflictos y fricciones que ello puede ocasionar.

Las consecuencias de ese nuevo síndrome son, básicamente, un considerable aumento de la tensión en el hogar familiar. Por un lado, los hijos parecen no querer –o poder– enfrentarse a las responsabilidades de la vida adulta. Por el otro, los progenitores asisten con frustración y desgaste a una situación incómoda que, poco a poco, se ha ido generalizando. El nido está lleno y los gastos aumentan en un espacio reducido.

¿Por qué los hijos ya no se van de casa? Los motivos son varios y no parece que la situación vaya a cambiar en breve. No es solo que muchos de los jóvenes que se integran en el mercado laboral no encuentren la forma de independizarse por el difícil acceso a la vivienda o los salarios insuficientes; el quid de la cuestión es que muchos, simplemente, no quieren hacerlo o prefieren retrasar ese momento hasta contar con la estabilidad económica suficiente. Y ésta, hoy en día, tarda en llegar.

El nido que antes se vaciaba rápidamente por las incomodidades de compartir espacio con hermanos y hermanas ahora resulta ser un lugar cómodo y muy acogedor. No solo están a gusto físicamente en un espacio propio, con privacidad y todo tipo de diversiones tecnológicas, es que la casa de papá y mamá es un refugio frente al mundo exterior: problemas, responsabilidades y frustraciones.

Gonzalo Bernardos es profesor de Economía en la Universidad Autónoma de Barcelona y experto en vivienda. Recuerda, antes de analizar la dramática situación inmobiliaria –que es evidente–, que la forma en la que los jóvenes manejan sus finanzas también ha cambiado mucho en el plazo de no más de 30 años. Si antes el objetivo era tener una pareja estable con la que plantear la compra en común de una vivienda antes de irse de casa, ahora se piensa más a corto plazo. "Los chicos y chicas tienen hoy en día una mayor capacidad de gasto porque destinan casi todo su salario al ocio. Si sucede algún imprevisto, y siempre hablando de forma general, ahí están sus padres para ayudarles", indica.

Es decir, los padres y madres son en buena parte responsables de que sus hijos se sientan tan cuidados y cómodos en su nido familiar como para dejar para un hipotético "más adelante" eso de echar a volar en solitario. Perpetúan su protección mucho más allá de la adolescencia y, por lo tanto, cobijan bajo sus amorosas alas a hijos e hijas cuya adolescencia también se alarga........

© El Periódico (ES)